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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Quo Vadis PP

Fotografía

Por Aleandro RequeijoTiempo de lectura4 min
España24-07-2005

Los políticos tienen en las elecciones la mejor oportunidad para sondear el grado de aceptación de sus acciones. En los comicios generales del 2000, los españoles consideraron que la primera legislatura de Aznar fue satisfactoria y por ello le otorgaron la mayoría absoluta. Del mismo modo, cuatro años después, errores como el del Yak-42, el Prestige, y por su puesto, la Guerra de Iraq, hicieron que el electorado mostrase su rechazo a un partido que todavía no se ha recuperado, y de seguir así, tardará mucho en hacerlo. El 14-M devolvió al PP a un terreno al que no estaba acostumbrado e hizo pagar a Rajoy un pato que él que no había matado. Pero en su mano estaba cambiar el rumbo de un partido herido y no lo hizo entonces, y una y otra vez da muestras de no tener intención de hacerlo. Los populares se resisten a pasar página e insisten en sus propios errores a la hora de hacer oposición. La guerra de Iraq y lo sucedido entre el 11 y el 14 de marzo han protagonizado -con permiso de la supuesta negociación con ETA- buena parte del debate político durante el último año. Lo paradójico es que, en muchos casos, era el PP quien se encargaba de recordarlo haciendo célebre ese refrán que dice que el hombre es el único animal que tropieza dos veces -y en este caso se queda corto- con la misma piedra. La mal llamada Comisión de Investigación fue utilizada por los populares para intentar lavar su imagen, tan dañada tras el 11-M (del mismo modo que el resto de partidos la utilizó para justamente lo contrario). Fuera de ella, cualquier momento era bueno para deslegitimar la inesperada victoria electoral de Zapatero. Recientemente y con motivo de la reprobación del Congreso a Trillo, personajes como Acebes, Zaplana, o el propio ex ministro de Defensa volvieron a hablar del Yakolev sin mostrar ningún tipo de autocrítica en su tono. En definitiva, ha imperado más la línea marcada por Aznar desde su “exilio” político, que la “oposición sin vísceras” que vagamente defiende Rajoy. Y pese a todo, no parece que durante el último año, el PP haya recuperado el prestigio perdido, ni dentro de la Cámara, donde Zaplana reconoce tener problemas con todos los parlamentarios, ni fuera de ella, donde el partido de Rajoy ha ido cosechando derrota tras derrota en todas las elecciones en las que se ha presentado. Esta semana el PP ha vuelto a dar muestras de su poca disposición para mirar hacia adelante. Un incendio en Guadalajara arrasaba miles de hectáreas de superficie natural, y lo que es más grave, acababa con la vida de once personas. Poco después de ver los abucheos que recibía Maria Teresa Fernández de la Vega, a los populares se les encendió la bombilla y vieron un filón en el incendio. Ya lo dijo Zaplana que, después de pedir responsabilidades al Gobierno, aseguraba que lo de Guadalajara era la peor catástrofe natural de la democracia española por delante del Prestige . De nuevo el error. Independientemente de que el Ejecutivo socialista sea culpable o no, resucitar de nuevo el petrolero es empeñarse en jugar un partido que ya está perdido desde hace tiempo. Por su parte, Rajoy visita la Casa Blanca, no como líder de la oposición española, ni siquiera como amigo de Aznar, sino como portavoz de una representación de partidos de derechas europeos. Lo venden como que Rajoy ha visitado a Bush antes que Zapatero. Lo que no parecen comprender es que George W. Bush, además de ser el presidente de la primera potencia mundial, es, junto a personajes tan ilustres como Fidel Castro, uno de los líderes peor valorados por los españoles. La misma semana, Rajoy acudía también a un curso de la Fundación FAES para intercambiar halagos con su antecesor, otro político que no goza de simpatía entre la mayoría de los españoles, al menos entre los que fueron a votar el 14-M, que al fin y al cabo, son los que te ponen o te quitan. Hacia esa mayoría es hacia donde debería apuntar el PP y es precisamente lo contrario de lo que esta haciendo. Solo Piqué parece darse cuenta. El líder catalán, tan incomprendido en su partido como en su comunidad, ha vuelto a discrepar con Rajoy, en este caso acerca del Estatuto de Cataluña. Lo hace poco después de sugerir públicamente un cambio de rumbo para el PP. No está solo. En Génova, cada vez son más los que piensan que Rajoy se equivoca, y lo peor es que ya parece ser tarde para cambiar. Principalmente porque ese cambio pasaría por relegar a un segundo plano a figuras como Zaplana y Acebes, cuyas raíces cada vez están más enquistadas dentro de la formación. A esto hay que sumarle el riesgo que siempre entraña presentar caras nuevas. En cualquier caso, ahora que llegan las vacaciones, Rajoy debería tomar nota de esos mensajes de su compañero Pique para reflexionar hacia donde va su partido.

Fotografía de Aleandro Requeijo