SIN ESPINAS
Descanso Interior
Por Javier de la Rosa2 min
Opinión17-07-2005
En esta carrera vertiginosa que es la vida de un occidental, el tiempo de descanso se ha convertido en una necesidad física, mental y sobre todo espiritual. Esta última dimensión del ser humano está literalmente enterrada por el marasmo, la vorágine y el vertiginoso ritmo que impone la “vida” en la gran metrópoli. Vacaciones es un término que viene del latín (vacatio/nis). Sabe uno que vacatio viene de vacante, algo sin ocupar. De lo que se deduce que las vacaciones corresponden a tiempo sin ocupar, que por lo tanto ha de ser rellenado. No me gusta la denominación que se le da a mi tiempo de descanso aunque sinceramente sí creo que responde a la realidad en la que este periplo se convierte para muchas personas. Incluso y a pesar de lo que públicamente dice la mayoría, las vacaciones son para algunas personas causa de depresión. Para los niños y adolescentes, tanto tiempo sin colegio o sin ver a los amigos de siempre termina por convertir las tardes y las noches calurosas en un infierno. Para los que están alienados con su trabajo el parón repentino les produce un bajón que los lleva a la crisis. A la ama de casa le provoca más estrés porque sigue haciendo el mismo trabajo que durante el año pero con medios más rudimentarios y generalmente para más gente que se une a la familia. Luego están los que necesitan mantener la tensión del año inyectándose adrenalina en vena a base de deportes de alto riesgo o con colocones nocturnos en la discoteca hasta altas horas de la madrugada y día tras día. Y por último, los que encuentran un remanso de paz en este tiempo porque durante el año han trabajado como tenían que trabajar y han mirado con perspectiva su vida. Esos, ahora no harán de las vacaciones un fin en sí mismo, ni las sacralizarán, ni medirán su éxito por la cantidad de días que han tenido para gastar, ni por el lugar donde hayan estado. Sino, antes al contrario, el disfrute vendrá por las personas con las que han compartido ese viaje veraniego -sus hijos, sus hermanos, sus padres, sus amigos, su pareja-. También verán lo provechoso de este tiempo de asueto que se nos ha dado para crecer como personas, para encontrarnos a nosotros mismos en el silencio tan escaso que la vida cotidiana nos ha robado y que sólo la brisa del mar en una noche estrellada nos puede devolver. En definitiva, ese reducto de sosiego para escucharnos, para preguntarnos por las cosas importantes de la vida, entre ellas por el sentido que tiene todo lo que estrepitosamente hacemos durante el resto del año. ¡Feliz descanso interior!