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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Cuestión de escaños

Fotografía

Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura5 min
España03-07-2005

Definitivamente el PP ha perdido la mayoría absoluta en su feudo gallego. Esta vez, el voto de la morriña no ha sido tan fiel a Fraga como en otras ocasiones y ha contribuido al cambio que pedían Quintana y Touriño. Todo indica a que este último será el próximo presiente de la Xunta. Pero en caso de que se produjese finalmente -ojo por que nunca se sabe donde hay un Tamayo escondido- será gracias al apoyo del BNG. Sin los 13 escaños de los nacionalistas, el PSOE se vería obligado a otros cuatro años de oposición, y ya serían 20. La comunidad gallega se convierte así en la octava región gobernada por los socialistas. Por primera vez en quince años, los de Ferraz superan al PP en comunidades autónomas bajo su mando. ¿Es el efecto Zapatero?. Desde que el de León es secretario general del PSOE, su partido sólo ha perdido en Baleares mientras que ha recuperado Asturias, Aragón, Cataluña, Cantabria ahora Galicia y se quedó a un suspiro de Madrid. ¿Será la crisis del PP postaznar?. Desde que el dedo del ex presidente señaló a Rajoy como su sucesor, los populares no saben lo que es ganar unas elecciones.¿Candidatos inapropiados? ¿Demasiados años de mandato? Se pueden hacer muchas lecturas. Pero mientras populares y socialistas libran sus batallas regionales, un tercer elemento viene experimentando un crecimiento constante: los nacionalismos. De las quince comunidades autónomas gobernadas por el PP y el PSOE, en seis, lo hacen gracias al apoyo de partidos nacionalistas, regionalistas o independentistas. A estas hay que sumarles el País Vasco y Canarias, gobernadas también por formaciones de esta índole. Pero este auge no es nuevo. Haciendo un repaso por nuestra historia reciente, vemos como desde la instauración de la democracia, las fuerzas nacionalistas, independientemente de sus ideologías, tendencias y exigencias particulares, han ido recortando asientos a los grandes partidos en el Congreso de los Diputados. En las primeras elecciones del 77 este tipo de partidos obtuvieron 19 escaños, en las del 82 subieron a 22, coincidiendo con la victoria de Aznar, su representación ascendió a 29 diputados y hoy, en la España de los trasvases hidrológicos, las reformas de estatuto, los Planes Ibarretxes y los Carod-Rovira, los nacionalistas ocupan 38 escaños. Hay quien dice que el Parlamento es la representación política del pueblo. Nada más lejos de la realidad. España electoralmente se rige por la ley D’Hont que, para que nos entendamos, se trata de un procedimiento que hace que un partido como IU obtenga cerca de un millón y medio de votantes y tan sólo 5 representantes en el Congreso, mientras que Ezquerra Republicana de Catalunya, con menos de la mitad de apoyos, pueda sentar a 8 diputados en la Cámara Baja. Así de simple y así de injusto. Pero son las reglas y hay que acatarlas, mejor eso que el aburrido bipartidismo de otros países. Ante esto también se pueden sacar muchas conclusiones. Por ejemplo, que la política de Aznar no fue tan efectiva a la hora de frenar el auge nacionalista. Con estos resultados queda demostrado que el ex presidente se limitó a pisar una manguera que ha ido almacenando agua formando una gran bola, y al irse y levantar el pie, el agua ha salido a presión y la manguera se ha descontrolado. Ahora que vengan otros a agarrarla. Pero a raíz de todo esto a mí me surge una duda. Hace unos meses, el Plan Ibarretxe fue rechazado a través de un recurso tan contundente e indiscutible como la vía democrática. Así, sin miedo, en el Congreso de los Diputados, la mayoría parlamentaria dijo “no” al plan separatista del lehendakari. De ese modo, nos ahorramos los discursos victimistas que tanto beneficio reportan a los que precisamente nunca han sido victimas de nada. Pero también es cierto que se sentó un precedente y de ahí mi pregunta. ¿Que sucederá si, dentro de unas cuantas décadas, los nacionalismos no han cesado en su aumento, las reglas del juego no han cambiado, y la mayoría parlamentaria ya no dice "no"? ¿Qué pasará si en esa situación a otro lehendakari le da por presentar otro plan soberanista?. Cuestión de escaños. De todos modos, para ese momento aún queda y bastante tenemos ya con lo que tenemos. Y es que en cualquier caso, los nacionalismos, pese al miedo que le tienen algunos, son una opción política más, y como tal hay que aceptarla. Aportan una mayor diversidad democrática y en ocasiones sirven para representar de manera más directa los intereses de una ciudadanía en concreto. Pero en ocasiones también pueden confundir a las personas y hacerlas retroceder en el tiempo en vez de avanzar hacia posturas más abiertas y tolerantes. Por ello, deben ser motivo tanto de aplauso como de rechazo cuando lo merezcan. De momento, ahí va una de rechazo: El pasado mes de mayo, un joven cantabro llamado Eduardo Castañondo sufrió un accidente de moto en Vizcaya. Rápidamente fue trasladado al hospital local de Cruces con dos coágulos de sangre en la cabeza y cuatro costillas rotas, que le perforaron el pulmón derecho. Pero una vez allí, el hospital denegó su ingreso, según dijeron “una vez descartada su gravedad y por motivos clínicos y organizativos”. En ese estado, Eduardo de 31 años, fue trasladado a Cantabria a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del hospital de Valdecilla donde permaneció siete días ingresado. Si fuese Amalia Casado les dedicaría un Rojo sobre gris, pero como no lo soy, simplemente muestro mi repulsa más absoluta a los responsables del hospital vizcaíno por su conducta irracional y tan poco responsable.

Fotografía de Alejandro Requeijo

Alejandro Requeijo

Licenciado en Periodismo

Escribo en LaSemana.es desde 2003

Redactor de El Español

Especialista en Seguridad y Terrorismo

He trabajado en Europa Press, EFE y Somos Radio