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ANÁLISIS DE ECONOMÍA

Ciclo alcista individual

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura2 min
Economía29-05-2005

España va por su cuenta, y menos mal que esta vez la excentricidad de nuestro país no se manifiesta en unos resultados deficientes. Las familias no tienen miedo a una crisis, por lo que continúan gastando su dinero alegremente e impulsando con el consumo el crecimiento de la economía. Una situación muy diferente a la que se vivía hace 10 años con, paradójicamente, la misma persona, Pedro Solbes, al frente del Ministerio de Economía. En aquellos tiempos, la tasa de parados superaba el 20 por ciento de la población activa, y los esfuerzos de la Administración central por mantener las prestaciones por desempleo –y por los gastos en las celebraciones de 1992, año de los Juegos Olímpicos de Barcelona, la Exposición Universal de Sevilla y la capitalidad cultural europea de Madrid- habían llevado al déficit público a dispararse. Con unos altísimos tipos impositivos, el consumo de las familias estaba estrangulado. Pero, ¿cómo impulsarlo si reducir la recaudación estatal iba a impedir sanear las cuentas públicas? Para colmo, los tipos de interés –entonces fijados por el Banco de España- rozaban el 10 por ciento, lo que no alentaba precisamente la inversión ni el riesgo empresarial. Con el comercio de mal en peor, Solbes no tuvo más remedio que devaluar por tres veces la peseta durante los tres años en que ostentó la cartera ministerial para fomentar las exportaciones. Ahora, el ritmo al que la economía española se expande triplica la media de la UE y se asimila al de Estados Unidos. En cambio, todavía queda la espina del déficit comercial, que ya no se puede atajar con instrumentos de política monetaria, porque el único que puede aplicarlos es el Banco Central Europeo (BCE). En un mundo donde el libre comercio agrícola tiene todos los visos de herir de muerte al sector primario europeo, tal como se halla estructurado en la actualidad y con la retirada de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) aguardando en el futuro a medio plazo, el reto estará en modificar la producción de acuerdo con unas nuevas exigencias y con la inclusión de un valor añadido. España disfruta ahora de un buen momento para comenzar a desarrollar los cambios necesarios. Pero esto no podrá hacerlo sola: tendrá que ir junto al resto de Europa. Que cuenta con una ventaja: un francés al frente de la Organización Mundial del Comercio (OMC).

Fotografía de Gema Diego