Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

La trampa del diálogo

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión15-05-2005

El diálogo y el consenso son valores y virtudes en toda democracia. Para llegar al consenso, primero hay que dialogar. Sólo intercambiando ideas sobre posiciones contrarias se alcanza un punto intermedio en el que las partes se encuentran cómodas. Dialogar puede llegar a ser un arte que nunca está exento de trampas. La mentira y el engaño son dos de ellas. Pero cabe otra más grave y peligrosa. Cuando el diálogo se entiende como un fin en sí mismo, cualquier negociación está muerta de antemano. Zapatero es uno de esos políticos que practica el diálogo no como una herramienta, sino como un arma más de la actividad política. Habla con todos y de todo: con Rajoy, con Ibarretxe; con el Rey, con Carod-Rovira; con Chirac, con Blair. No hay quien se le resista, excepto George W. Bush. Zapatero es un "campeón del diálogo" dispuesto incluso a dialogar con ETA. Quiere negociar el fin de la violencia sin que los terroristas hayan dado síntoma alguno de rendirse o deponer las armas. Zapatero quiere negociar con quien ha matado a más de mil personas. Quiere negociar con quien sólo ansia la independencia de una parte de España. Sorprende, cuanto menos, que el presidente del Gobierno quiera negociar con quien ha aniquilado a compañeros socialistas como Fernando Buesa, Joseba Pagazaurtundua y Ernest Lluch. Dialogar siempre resulta positivo cuando el interlocutor cree en el valor de la palabra y defiende sus ideas a través de la dialéctica. Zapatero, con su buen talante, ha democratizado La Moncloa después de que Aznar se negaba reiteradamente a recibir incluso al líder de la oposición. Sin embargo, querer abrir una negociación con los terroristas supone una traición al Pacto Antiterrorista y una ofensa a las miles de víctimas que ha causado ETA. Con los asesinos no hay nada que dialogar. Simplemente, se les detiene y mete en la cárcel. Negociar implica renunciar a tus ideas para aceptar parcialmente las del contrario. ¿Cuál de las reivindicaciones etarras piensa aceptar Zapatero: el acercamiento de presos al País Vasco, la excarcelación de los criminales o la independencia? Más vale que lo aclare. Dialogar con demócratas es una exigencia en democracia. En cambio, resulta inaceptable dialogar con terroristas. Salvo, no es de extrañar, que el fin de la negociación que quiere Zapatero sea en sí mismo dialogar.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito