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IRAQ

Más de 480 muertos desde la toma de posesión del nuevo Gobierno

Por Miguel MartorellTiempo de lectura1 min
Internacional15-05-2005

El mayor peligro de la cadena de ataques, inmolaciones y coches bomba es su vertiente étnica y religiosa. La insurgencia ataca indiscriminadamente objetivos militares y civiles en los que caen kurdos y chiíes, principalmente, con lo que el temor de un levantamiento popular que finalice en una guerra civil crece día a día.

Al día siguiente de la toma de posesión del nuevo Gobierno, los rebeldes sacudían Bagdad con siete explosiones de coches bomba simultáneas contra las fuerzas de seguridad. Los barrios de Al Adhamiya y Al Soleij, en el centro y el norte de la capital, dejaban en sus calles 29 iraquíes muertos y más de 90 heridos. Los ataques se han ido sucediendo desde entonces. El Kurdistán, Zafarniyah, Mosul, Muthana, Basora, Tikrit, Suwayra, Kirkuk, pero sobre todo Bagdad, son las regiones más golpeadas por la oleada de atentados. En total, más de 480 muertos y un número similar de heridos en tan solo 15 días. Funerales, colas de reclutamiento, embajadas, hoteles, mercados, nada escapa del azote terrorista. La jornada más sangrienta fue, sin duda, la del 6 de mayo, que se cobró 67 vidas y un número indeterminado de heridos con la explosión de un coche bomba en pleno centro del mercado de vegetales de la localidad chií de Suwayra. En la cifra de muertos que roza el medio millar se cuentan también los 125 insurgentes abatidos por el Ejército estadounidense en su operación Matador y las nueve bajas de militares en el transcurso de ésta. Dos años después de que se declarase oficialmente el final de la guerra en Iraq, la cifra de bajas humanas supera con creces el millar. Los soldados estadounidenses ya no son el principal objetivo de los insurgentes, pero la población y las incipientes Fuerzas de Seguridad del país sufren día a día los ataques, a lo que se suma el clima de inseguridad del país, con robos, violaciones y secuestros que ponen en duda la democratización de la que hablan las altas esferas.

Fotografía de Miguel Martorell