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El espíritu original del Pacto de Estabilidad y Crecimiento, en peligro

Por Raquel IbáñezTiempo de lectura2 min
Economía26-03-2005

El eje franco-alemán está acabando, si no lo ha hecho ya, con el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC), ese documento que habla del compromiso de los países de la Unión Europea (UE) de mantener su déficit por debajo del tres por ciento. La ironía es que fueron precisamente estos dos países, Alemania y Francia, quienes lo crearon.

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento (PEC) nace en noviembre de 1995 a raíz de una propuesta alemana. El objetivo de ésta era, fundamentalmente, garantizar la disciplina presupuestaria de los países que acceden a la tercera fase de la Unión Económica y Monetaria (UEM). Para ello, estas naciones deben mantener un compromiso de reducción de la deuda pública. Así se crea el PEC, un acuerdo que implica que ninguna nación puede superar un déficit público del tres por ciento a corto plazo, y que a largo éste debe estar cercano al equilibrio o con superávit. El pacto tiene una gran importancia, ya que unas finanzas públicas sanas en los estados miembros constituyen la base esencial para la consolidación del euro y la estabilidad de la economía europea. Además, el PEC consta de normas en materia de política fiscal, incluye un procedimiento para supervisar el cumplimiento de los estados miembros y prevé sanciones para los países que no cumplan los criterios acordados. La Europa de los 15 logró la mayoría de estos objetivos propuestos gracias a que el crecimiento de la economía ayudó a hacer más tolerables los sacrificios exigidos. Sin embargo, desde el 2000 y a pesar de las expectativas generadas por la implantación del euro, el declive de las economías europeas se ha acentuado. Ni siquiera dos grandes, como Francia y Alemania, pueden afrontar el PEC; ni siquiera ellas, las creadoras, respetan sus sanciones. Por eso este pacto está ahora en boca de todos, tras su reciente reforma. Muchos criticaban al PEC por ser demasiado rígido y por imponer una política restrictiva en pleno estancamiento económico. Lo que tienen claro muchos países miembros es que mientras el pacto estuviera vigente la exigencia y las sanciones deberían ser iguales para todos, incluidas Francia y Alemania. Pero este propósito se rompe con el nuevo texto aprobado.

Fotografía de Raquel Ibáñez