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ANÁLISIS DE LA SEMANA

Enterrando el pasado

Fotografía

Por Gema DiegoTiempo de lectura1 min
Economía20-03-2005

Si de algo sirve aprender historia –en el colegio, en la universidad, en los libros, en los relatos de nuestros mayores- es para mantener fresca nuestra capacidad de recuerdo. Lo único que somos es tiempo, un tiempo que pasa y se retroalimenta de las vivencias que lo conforman a través de la experiencia. Por eso, aunque seamos siempre los mismos, cambiamos continuamente, pues nunca somos idénticos a los que éramos un segundo antes. De hecho, en cuanto pulse el retorno de carro, yo ya no seré igual a la que concluye esta línea. Ale-hop. Párrafo nuevo, unos segundos más en mi tiempo y en mi haber, me estreno otra vez. Si somos el producto de lo que hacemos, de lo que decimos, de los sucesos que nos traspasan, Paul Wolfowitz no podrá negar que quedará en él un poso de su participación en la guerra de Iraq cuando –posiblemente- se estrene como presidente del Banco Mundial. Los pedazos de la película de la vida no se pueden eliminar para siempre. Ni siquiera con dinero. Más patético es cuando uno trata de negarse a sí mismo el pasado y hay constancia de él en documentos. Sobre todo, si luego quiere afirmar lo contrario de lo que dijo. Además, no sólo nos afecta aquello que ocurrió delante de nuestros ojos, sino lo que tuvo lugar cuando aún flotábamos en el limbo de los no nacidos. El miedo a los cracks bursátiles y el temor al alto precio del petróleo provienen de sendos momentos históricos donde yo aún no había soñado con venir al mundo. Y, sin embargo, están marcando mi presente y mi futuro. Permanecen en el fondo de la botella de agua de mar cuando los segundos de las horas primaverales se evaporan.

Fotografía de Gema Diego