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SIN ESPINAS

La agenda de los medios

Fotografía

Por Javier de la RosaTiempo de lectura3 min
Opinión30-01-2005

¿A qué criterios responde la agenda de los medios de comunicación? ¿Alguien sabe con certeza quién decide cuáles son y serán los temas sobre los que todo hijo de vecino tendrá que hablar casi por cojo... la semana que viene? Esa agenda la marcan algunos, y tienen nombres y apellidos. Son políticos, periodistas y empresarios. Y luego, el resto ha que claudicar ante tan maña pérdida de tiempo para el hombre de bien y ciudadano de a pie. Vaya por delante que a mí me interesa saber por qué se permite que los bancos cobren las comisiones que cobran, por qué está tan cara la vivienda, por qué los seguros y los concesionarios de coches nos engañan, por qué el Tribunal de Defensa de la Competencia permite que las petroleras mantengan un oligopolio o semi monopolio con el precio de los combustibles, por qué no hay una verdadera liberalización de las telecomunicaciones y los medios de comunicación, por qué no se reforma la Ley Electoral y un régimen parlamentario que sume a la mayoría en un mar de servidumbres y falta de libertades, qué tiene que ocurrir para que se acabe de manera tan efusiva con lacras como el tabaco, etc. Yo creo que conozco las respuestas, pero es que me niego a aceptar que tenga que ser así. Sin embargo, al rollo de Moratinos y el supuesto golpe de Estado en Venezuela apoyado por Aznar deciden darle bola Jiménez Losantos, el jefe de informativos puesto por él, Ignacio Villa; y todo con el beneplácito y la connivencia de Zaplana y Rajoy, que lo secundarían en el Congreso a través de bravatas y salidas de tono. Dos semanas con el tema en el candelero, simplemente para imitar las campañas de acoso y derribo inspiradas y desarrolladas por la Cadena SER contra ministros del PP como Trillo y Álvarez-Cascos. Buena política esa de la COPE. Vence el mal con el mal. Soluciona un error con otro error y haz de lo malo una imitación peor. Y eso, ¿para que ha servido? Para crispar más a la sociedad y para que Zapatero y Rajoy se aseguren el voto a pesar de su mediocridad. La estrategia manida por la historia de la propaganda política es la de siempre: si tengo dividida a la gente en dos bandos bien definidos, separados y enfrentados, no importa que yo lo haga mal porque siempre, antes de votar al enemigo, me votarán a mí. La campaña contra Francisco González, lo de Sacyr Vallermoso, el Gobierno y la madre de la fiesta; que son Cebrián y sus secuaces de la Cadena Ser y El País, es otra feria que al español de a pie ni le va ni le viene. Son trapos sucios de gente muy oscura que se mata por otro buen trozo de poder para alimentar su sediento, ambicioso y amargo paladar. Y a mí qué más me da en qué manos caiga el BBVA si a esos niveles unas y otras están corrompidas, putrefactas y corroídas por el tinte que se desprende de los billetes de 500 cuando no paras de amasarlos. Del tema de Bono y las asociaciones de víctimas ya no hablemos, porque entonces me entra el virus de la gripe intestinal que tanto frío ambiental está causando. Dios manda frío polar para helarle las ideas a esta gentuza que quiere calentarnos España hasta devolvernos al 36. Luego, cuando la gente se dé de tortas en las calles, los que se reparten el chiringuito -zapateros, rajoys, rubalcabas, zaplanas, blancos, lehendakaris, gabilondos y losantos- saldrán desde sus atriles a decirnos al estilo orteguiano “que esto no era.”

Fotografía de Javier de la Rosa