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LA RÉPLICA

De sobornos, venganza e hipocresía

Fotografía

Por Roberto J. MadrigalTiempo de lectura2 min
Deportes28-11-2004

La decisión de denegar a Cataluña la admisión en la Federación Internacional de Patinaje (FIRS) debería haber puesto en su sitio a los que buscaban a toda costa un precedente para dividir al deporte español –un hecho impensable en cualquier otro país europeo, al que se hubiera dado carpetazo mucho antes–. Para colmo, la admisión de Cataluña se debió a un soborno y a una venganza. Cataluña debería saber que su sitio es el que ha dictaminado la decisión de la FIRS, y la Federación española debe recordárselo, actuando con firmeza, pero sin perder la voluntad para negociar y seguir colaborando por el bien del deporte, que es de lo que se trata. Las selecciones autonómicas deben existir, pero también deben delimitar su espacio y respetarlo. Lo que más perplejidad provoca –o risa, según se mire– es la celeridad con que algunos han recurrido al chantaje para negar el apoyo a Madrid 2012. Como si los que acusan al Consejo Superior de Deportes de injerencia –como si ése no fuera justamente su deber–, y como si los que meten la política donde no la llaman no hubieran sido ellos. Y aún hay jugadores que se niegan a competir con España, se exhiben pancartas de apoyo a Londres 2012 en partidos de la liga de hockey, se exige –para qué negociar– el reconocimiento al más alto nivel las selecciones autonómicas, en contra de la Ley del Deporte… Y aún se las arrogan de pioneros para que otras regiones puedan hacer lo propio. Que nadie se engañe: el único interés es su propio beneficio, a cualquier precio. Pero el daño está hecho: la publicidad del deporte español ante los organismos internacionales y el propio Comité Olímpico Internacional está siendo la del enfrentamiento. Se mire por donde se mire, la elegancia –en las formas y en el fondo– brilla por su ausencia. Se veía venir: cualquier decisión dejaría descontento al bando perdedor, y por lo visto, el catalán carece de la deportividad que tanto reclaman y proclaman. Las acusaciones de Josep Bargalló y Josep Lluís Carod-Rovira, sin escrúpulos a pesar de los cargos públicos que ocupan, por desgracia, encontrarán apoyo entre los que han mamado el sentimiento antiespañol –incitado por el odio– y los que dudan de las contradicciones de un Ejecutivo débil, el de José Luis Rodríguez Zapatero, que tan pronto promete la luna como se pliega al sentido común, sin solución de continuidad. Los pactos con el diablo llevan a esta tensión. A falta de autocrítica, y visto lo visto, sólo el Tribunal de Arbitraje Deportivo de Lausana les cerraría la boca. Es de esperar, ojalá, que la Justicia imponga el sentido común que ha faltado en todo este asunto.

Fotografía de Roberto J. Madrigal