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ANÁLISIS DE LA SEMANA

La Batalla de los valores

Fotografía
Por Amalia CasadoTiempo de lectura2 min
España24-11-2002

Uno camina por los túneles del metro de Madrid y no se siente solo, no. Desde hace unas semanas, Trinidad Jiménez y Rafael Simancas le sonríen desde las marquesinas en las que lucen los carteles electorales del Partido Socialista. Han sido rápidos, y no se entiende que Zapatero tenga la ocurrencia de acusar al Partido Popular por comenzar a lanzar mensajes electorales antes siquiera de la pre campaña electoral. Las cosas no están claras ni en uno ni en otro partido. Ninguno tiene asegurada la derrota o la victoria, aunque el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas haya tomado el pulso a la opinión pública dando como resultado que el PP vencería unas generales aún perdiendo la mayoría absoluta. Es difícil la campaña para ambos. el PP logró fusilar su imagen casposa y apolillada , y ahora es un partido moderno en el pleno sentido de la palabra, con lo que ya no juega en desventaja en lo que a imagen se refiere. Su gestión parece limpia y sus dirigentes, serios y disciplinados. La consecuencia es que una gestión que resulta seria a ojos del electorado le concede una ventaja que se acentúa circunstancialmente con los eruptos del pasado en el presente que llevan apellidos como Roldán. Sin embargo, parece que sería un error abusar del pasado corrupto y oscuro del PSOE en una campaña electoral. Aquellos años quedan un poco lejos ya. Tampoco parece muy limpio hacer una campaña basada en los éxitos antiterroristas, porque es una batalla exitosa gracias al apoyo de la oposición y del propio Poder Judicial. Seguridad y familia van a ser dos ejes en torno a los que gire el discurso preelectoral del PP, muy inteligentemente articulados para compensar al sector más tradicional que ha sido traicionado en el proceso de modernización. El Partido Popular consiguió, gracias a ello, convertirse en un partido socialmente neutro, es decir: no apoya la homosexualidad ni el aborto, pero tampoco hace una defensa clara de otros valores porque son difíciles de argumentar y políticamente incorrectos. Como estrategia para acabar con una imagen excesivamente conservadora pudo ser eficaz en un momento determinado, pero puede volverse un enemigo en otro campo de batalla: el de los valores. Y esa batalla la va a ganar el PSOE.