Lecciones de autocrítica... y egoísmo

Por La Semana.es0 min

No siempre sucede, pero normalmente sí. Cuando alguien se detiene a criticar las decisiones de los árbitros, suele olvidarse de hacer autocrítica. Un penalti pitado en contra no tiene sentido cuando un equipo ha sido superior a su rival y es capaz de conseguir una ventaja amplia en el marcador. Le sucedió al Valencia, aunque parte de culpa la tuvo un Barça que ha conseguido dejarse de probaturas y consejos: al final va a resultar que Frank Rijkaard tiene sentido común. También faltó la chispa de Pablo Aimar, cierto… pero los genios no sólo tienen talento, sino que convierten los tropiezos en motivación y no paran hasta que consiguen encontrar una solución. Ese exceso de celo en ocasiones conduce a la altivez, pero en otras lleva a la honestidad. No es frecuente que un entrenador dimita de su cargo porque no consigue motivar a una plantilla: Benito Floro se ha marchado con dignidad, reconociendo sus limitaciones, aunque podría haberse mantenido en un proyecto sólido. Claro que su impulsor no deja de ser otro, Fernando Roig. Aun así, la falta de implicación que ha denunciado Floro, la incapacidad para trabajar con regularidad durante los diez meses que dura la temporada, es un mal extendido. Los jugadores son egoístas, saben que las de perder las llevará el entrenador y no hacen nada por impedirlo. Muchos futbolistas desean venir a España –y quedarse– porque, en sus propias palabras, se vive muy bien: tradúzcanlo a un buen sueldo, a tener un chalecito y un cochazo para ir a las fiestas, y juzguen ustedes mismos si todas esas comodidades no requieren algo a cambio.