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El presidente George W. Bush visita por sorpresa Bagdad

Por Isabel A. VegaTiempo de lectura2 min
Internacional27-11-2003

El presidente George W. Bush se trasladó el pasado jueves a Bagdad en el avión presidencial Air Force One acompañado de un reducido grupo de fotógrafos y miembros de su seguridad personal para compartir con 600 militares la tradicional cena de Acción de Gracias. El viaje se ha convertido en uno de los secretos mejor guardados del gobierno de Bush.

“Si la noticia sale en los medios de comunicación mientras estamos volando hacia Iraq, damos media vuelta”. Con estas palabras se dirigió el director de comunicación de la Casa Blanca, Dan Bartlett, al grupo de fotógrafos seleccionados para acompañar a George W. Bush en un viaje por sorpresa a Bagdad. La visita, planeada durante el mes de octubre, se mantuvo todo el tiempo en el más absoluto secreto y no se hizo pública hasta que el avión presidencial no estuvo de vuelta en Washington. La Casa Blanca se encargó de comunicar a los medios el jueves por la mañana que el presidente celebraría la tradicional cena de Acción de Gracias en su rancho personal de Texas en compañía de su familia, e incluso anunció el menú que degustarían los comensales. Cuenta Tim Sloan, uno de los periodistas invitado a este viaje y que se encontraba en Texas para cubrir el desarrollo de la cena, que recibió una llamada de un funcionario de la Casa Blanca para anunciarle el viaje a Bagdad y diez minutos después, dos coches sin identificación oficial le recogieron en la puerta trasera de su hotel y le trasladaron hasta el aeropuerto de Waco, dónde le esperaba el Air Force One. En él volaron a Washington, donde fueron guiados hasta otro avión presidencial que les desplazaría a Iraq. “Cerca del final del vuelo recibimos un informe. Nada podía ser enviado hasta despegar de Bagdad. Nada de llamadas telefónicas en el terreno. Mantener las cortinas de las ventanillas cerradas en todo momento. Creo que nadie levantó las cortinas hasta que regresamos a Washington” afirmó. El avión aterrizó en la capital iraquí con todas las luces exteriores apagadas y las cortinillas interiores cerradas para reducir la posibilidad de ser vistos. Una vez allí, Bush se dirigió a un inmenso comedor emplazado en el hangar del aeropuerto donde unos 600 militares, que esperaban la visita de la cantante Shania Twain, recibieron al presidente con gran sorpresa. Bush se dirigió a los soldados para agradecerles el “sacrificio” que están haciendo por su país. “Estáis defendiendo al pueblo estadounidense del peligro y os estamos agradecidos”, afirmó. La cena duró dos horas y media y Bush partió de vuelta a Washington. Esta visita ha sido considerada por los expertos como uno de los golpes más grandes de relaciones públicas acometido por la Casa Blanca. En un momento en que el apoyo popular a la gestión Bush en Iraq ha caído severamente, el viaje puede servir para calmar los ánimos en EE.UU, aunque analistas como Judith Kipper, del Instituto de Relaciones Exteriores de Washington, afirman que no le será de gran ayuda de cara a las elecciones presidenciales del próximo año.