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LITERATURA

Fallece Terenci Moix, mistificador de los sueños del cine y los deseos cotidianos

Por Pedro Fernaud QuintanaTiempo de lectura2 min
Cultura02-04-2003

Según sus allegados, el escritor no sufrió y apenas tuvo conciencia de lo que ocurriría. Con su desaparición, la literatura española queda huérfana de un egiptólogo y cinéfilo de primera magnitud.

Hasta seis mil personas acudieron a la capilla ardiente del escritor, situada en el Ayuntamiento de Barcelona, para rendirle un último tributo de reconocimiento y simpatía. Literatos e intelectuales de todo corte, lamentaron su perdida al tiempo que subrayaban su calidad humana y su ingenio y sapiencia como creador. Las muestras de condolencia se sucedieron a lo largo de todo el miércoles, día dos de abril. Especial preponderancia tuvieron las de Ana María Moix,-su hermana- y sus amigos íntimos: Nuria Espert, Maruja Torres o Boris Izaguirre. Todos ellos destacaron la gracia, la infinita generosidad, su hambre de vida como características plenas de Moix. Espert ilustraba con una confidencia la estrecha relación que les unía y el carácter ocurrente del creador: "Pero dime quien te quiere, quien te quiere y estará aquí cuidándote? Tu, amor, pero preferiría que fuese Leonardo Di Caprio". Los restos mortales del escritor han sido incinerados y serán esparcidos en el cauce del Nilo. La única posibilidad un poco esperanzadora que veía el escritor en la muerte, la situaba en un eterno retorno al lugar del que venimos y su insaciable fascinación por Egipto solo admite ese lugar para el descanso eterno. La muerte le sorprendió cuando estaba concluyendo, afinando su página web y la entrega de sus inmortales del cine referida a la década de los sesenta. Prolífico autor, su obra está jalonada de todo clase de libros y sus correspondientes premios. Alcanzó el reconocimiento y la consolidación con Olas sobre una roca desierta (Premio José Pla), Amani y El día que murió Marilyn, retrato generacional de notable éxito entre lectores y críticos. El mundo egipcio, su mundo egipcio, queda recogido en novelas como El sueño de Alejandría , <>La Herida de la esfinge y Viaje sentimental a Egipto. Entre sus últimos trabajos, fulguran obras como Garras de Astracán, El sexo de los ángeles y Suspiros de España. En 1.986 logró el premio Planeta con No digas que fue un sueño. Y recientemente había logrado el premio Fernando Lara a la mejor novela editada en 2002 por El Arpista Ciego. Al margen de esa brillante producción novelística, Moix fue un incono de la homosexualidad, su valentía-en tiempos temerarios para asumir, divulgar y explorar esa condición-mordacidad y desenfado para expresarla constituyen un ejemplo de ingenio y honestidad personal. Procaz e irreverente, se confesaba adicto a Egipto, el cine, la telebasura, los cotilleos y los cigarros, esos cigarros que deterioran tanto su salud como para robarle la potencia sexual, la pareja, el aire y finalmente la vida. Esa y otras adicciones, constituyen elocuentes muestras de sus insaciables ganas de vida. Y por encima de todo, con su desaparición queda su alma en los amigos, los lectores, sus historias y fascinaciones que cultivó de manera apasionada durante toda su existencia.