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UNIÓN EUROPEA

La crisis en la economía alemana se constata muy grave

Por Ana Romero VicenteTiempo de lectura2 min
Economía12-01-2003

Volver la vista atrás y hacer balance de todo lo transcurrido en el pasado a veces no trae sino disgustos. La considerada principal potencia de la Unión Europea no puede vanagloriarse de haber cerrado un año de bonanza económica. La deplorable situación de sus cuentas públicas ha provocado otros desajustes en cadena que han sumido al país germano en una muy delicada situación: ahora tiene que hacer frente a una tasa de desempleo, la peor desde hace cinco años, que se adivina imparable si no se pone de inmediato solución.

El Pacto de Estabilidad y Crecimiento firmado por todos los países de la eurozona era un claro objetivo inalcanzable para Alemania en el 2002: terminó el año superando el límite establecido hasta obtener un 3,75 de déficit público con respecto a su Producto Interior Bruto. Que han gastado más de lo debido ha sido la acusación más veces vertida sobre el Gobierno germano presidido por Schröeder. Enmendarse con su pueblo y poner soluciones para equilibrar el presupuesto del país es a lo que promete dedicarse en absoluto, aunque las fuertes presiones y amenazas de castigo que está recibiendo de la Comisión Europea (CE) también están surtiendo efecto sobre este presidente, que quizás deba recordar ahora que salvó por los pelos, y con la promesa de levantar al país de la recesión, su reelección el pasado mes de septiembre. Para ello, el Ejecutivo germano se ha propuesto poner en marcha unas medidas de ahorro y de contención de gasto muy restrictivas. Sin embargo, y aunque sean buenas las intenciones, no han comenzado con buen pie este proyecto. Las peticiones de aumento de salario que exigían más de tres millones de funcionarios a su Gobierno, bajo amenaza de huelga general en caso de denegación, puso entre la espada y la pared al Ejecutivo germano. Tras varias discusiones, el acuerdo se forjó a beneficio de los empleados, que consiguieron una cuantía de dinero bastante parecida a la exigida en un principio. Esto le va a costar al Estado una suma enorme de dinero, un nuevo gasto asegurado para su política de no gasto que ni si quiera ha puesto en marcha todavía. Y si las deudas estatales eran pocas, se han hallado otras, aunque éstas más discretas: las de las propias Administraciones y Empresas Públicas, cuyo pasivo también ha superado la media acordada por los países europeos. El estancamiento de la economía alemana también se ha notado en la calle. La inflación (incremento de los precios) de un uno por ciento ha afectado sobre el consumo, que ha disminuido notablemente. Esta falta de demanda interna ha derivado en una disminución drástica de la producción, que ha provocado el cierre de miles de empresas y la reducción de plantillas. Es decir, ha dejado en la calle a muchos trabajadores durante el 2002: 208 mil personas más que el año anterior. De momento, el crecimiento de la economía alemana no se puede prever con seguridad para el 2003. Y para no pillarse los dedos, el Gobierno alemán no ha querido ni siquiera ponerle algo de fe. Ha insinuando que prefiere no engañar a los demás ni a él mismo. Augura datos por lo bajo y no apuesta por más de un uno por ciento de crecimiento, aunque esto falte por confirmar.