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MASTERS MONTECARLO

S.A.R. Rafael Nadal

Por Julio Martínez RomeroTiempo de lectura2 min
Deportes22-04-2018

Once veces rey en el Principado. En abril. Época de albero. En Montecarlo. Tierra batida. Firme en su firme. Rafael Nadal se vuelve a vestir de campeón. 76 títulos profesionales, 54 conquistados sobre la arcilla. De butano y oro, el de Manacor abrió su undécima puerta grande camino del Casino de Montecarlo. Alberto de Mónaco aplaudía con los brazos en alto cediéndole el principado. Como casi siempre. Nishikori fue testigo de la enésima lección de Rafael Nadal.

Su partido 431 en tierra. Haciendo surcos por el polvo de ladrillo. Sus rivales, humillados. Torneo prácticamente inmaculado. Solo ha cedido 21 juegos, ni un solo set. La pista Rainiero III es el patio de casa de Rafa Nadal. Otro año más, llegó a la final andando. Y no es que sea un fino estilista. Arrolla sudando, pero el hábito no hace al monje. Con aparente solvencia, el terremoto interior del español destrozó a un bregador Nishikori.

El primer acto no fue especialmente brillante. Los dos mostraron oficio, pero la solvencia de Nadal terminó por decantar el set de su lado. Cedió un break al japonés fruto de los errores. De los pocos que se le han visto esta semana. Ese break marcó un punto de inflexión en la final. Nunca mejor dicho. Se escuchó un "vamos" que rompió la calma de la Costa Azul.

El japonés no supo meterle mano a Nadal. Peleó por llegar a cada bola y dejó puntos de bella factura. Intercaló momentos brillantes con   pasajes de apatía. Fallos de junior. 6-3 en una hora y la sensación de que el chapista ya tenía escrito Rafael Nadal en el trofeo.

20 años antes, Carlos Moyà juraba lealtad ante el tenis monegasco. Ahora, en sus quehaceres como coach, miraba con seguridad a su pupilo. La certidumbre de ver a Nadal sobre la arcilla. El resultado quizá era excesivamente holgado en cuanto a juegos, no así en juego. Ninguno de los contendientes mostró su mejor nivel, pero uno de ellos supo sacar rédito de los errores del otro. Sosegado y con buen tino, Nadal terminó la faena con brillantez.

6-2 en 33 minutos. Levantó los brazos y cerró los puños. Miró al cielo extasiado. Los presentes contemplaban a su particular príncipe. Agradeció al público el aliento que recibe cada año. En la Davis se enfrentará a sus vecinos franceses. Entonces no serán tan buena pareja. Hoy por hoy, el Monte de Carlos es cada año más Monte de Rafael. S.A.R. Rafael XI de Mónaco.