Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

Cine

El periodismo ocupa las pantallas

Por Remedios MaroñasTiempo de lectura4 min
Cultura31-01-2018

Los periodistas y los medios de comunicación han sido siempre motivo de películas a lo largo de la historia del cine. Denominado cuarto poder, el periodismo ha crecido en torno a lemas como la verdad, la independencia, la libertad de expresión, la objetividad y denuncia social. Y aunque es cierto que han existido errores y faltas de ética dentro de la profesión, nadie puede negar que el periodismo es un arma y los periodistas, potenciales superhéroes. Si no que se lo digan a Clark Kent, periodista de día, Superman de noche.

Cada cierto tiempo el periodismo renace y ello se debe, en gran medida, al cine ya que recuerda las capacidades de esta profesión. Una de las primeras películas en abordar la magnitud del poder del periodismo fue Luna Nueva de 1940. Si bien no fue un gran éxito de taquilla, es de las primera películas en las que sale como periodista una mujer, una reportera del diario Morning Post que anuncia que va a dejar su carrera para tener una familia. Pero, alerta spoiler, no lo hace porque su director Walter Burns no lo permitirá.

A esta le siguieron, ahora sí, éxitos conocidos. Es el caso de Ciudadano Kane de Orson Welles en 1941 y Primera Plana en 1974. Un remake de Luna Nueva en la que Jack Lemmon como cronista del Chicago Examiner intentará dejar su trabajo para contraer matrimonio y el director de su periódico no lo dejará escapar. Si bien el tema no varía de su original, que no te engañe, Primera Plana demuestra también todos los males contra los que lucha el periodismo día a día. La manipulación, la corrupción y la desgana profesional. Es, sin duda,  un clásico que no puedes dejar de ver.

Y si de clásicos hablamos no me puedo olvidar de Robert Redford y Dustin Hoffman en Todos los hombres del presidente. Peliculón de 1976 basada en hechos reales que encarna la investigación de dos periodistas míticos, Bod Woodward y Carl Bernstein, que acaban destapando el caso Watergate que provocó la dimisión del presidente Nixon.

Entre finales de los 70 y 90 el periodismo prácticamente desapareció de la pantalla. Si acaso se hizo alguna película de desamor como la que protagonizaba Julia Roberts y Nick Nolte, Me gustan los líos de 1994, en la que los dos reporteros de distintas publicaciones comparten un amor entre la cocina de una noticia. Pero poco más se puede decir de esta época.

Fue en los últimos años de los 90 cuando la industria del cine recuperó el interés por el trabajo de reporteros e investigadores. Destacar Buenas noches y buena suerte de 2005. Una historia basada en el periodista Edward R. Murrow de la CBS que acababa siempre sus retransmisiones con la frase que da título a la película además de ser un gran luchador del periodismo independiente. Asimismo, recordar La sombra del cazador de 2007, una película sobre un reportero de televisión que cubre la Guerra de Bosnia. Y por supuesto no me puedo olvidar de la serie de televisión The Newsroom de 2012. Una serie que todo periodista, y no periodista, debería visionar para entender el día a día de una redacción de noticias de televisión. O de las más recientes, la ganadora de dos Oscar a Mejor Película y Guion Original, Spotlight de 2015, en la que se narra la historia de un grupo de periodista de investigación del Boston Globe que destapan los escándalos de pederastia de un grupo de curas del estado de Massachussets a principios de los 2000.

Son muchas la películas que se han  hecho sobre el periodismo desde el inicio del milenio. Y más las que están por venir. ¿O es que acaso alguien cree que no habrá película sobre los papeles de Panamá?

Por el momento habremos de conformarnos con el éxito de taquilla Los archivos del Pentágono. Una intensa trama periodística que marcó un antes y después en la redacción del The Washington Post y que cambió la vida de su editora jefe, Katherine Graham (Meryl Streep). Sin duda, un clásico en el que prensa y política se entremezclan y que demuestra el verdadero contrapoder del periodismo y sus potenciales superhéroes.