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TOROS

José Tomás o el silencio de un ¬hasta luego¬

Por Almudena Hernández PérezTiempo de lectura1 min
Espectáculos19-09-2002

La lluvia que cayó sobre Albacete malogró la última comparecencia de la temporada taurina española de José Tomás. Estaba prevista para el 17 de septiembre. Pocas personas se podrían imaginar que el triunfo que había cosechado tres días antes en Salamanca iba a ser el broche triunfante a por lo menos una etapa de la trayectoria de José Tomás.

Primero surgió el rumor. Luego, aunque José Tomás no ha llegado a hacerlo público, personas de su entorno confirmaron que la retirada sería durante una temporada y que el parón comenzaría a contar desde un próximo paseíllo en la plaza México. Fue en esta plaza donde el torero de Galapagar tomó la alternativa el 10 de diciembre de 1995. Sobre él, a su juventud ensalzado a los altares del mito –como todos debatido-, hay un halo de expectación y magia. En la pasada feria de San Isidro reunió en los tendidos de Las Ventas a miles reafirmados defensores a ultranza e indignados enemigos. En algunos momentos, logró el acuerdo entre ambos. Pero, bajo las localidades de algunos aficionados habituales, se dejaba sentir la sombra de aquella tarde en la que el torero permitió irse un toro vivo a los corrales de la primera plaza del mundo. Pecado casi mortal. Otra plaza en la que hierven las pasiones, la Maestranza de Sevilla, se ha entregado ante su concepto estático y espeluznante del toreo. Unas formas que le han llevado hasta varias enfermerías en diversas ocasiones en los últimos meses. Mas, en momentos desagradables para la afición como el que se está viviendo –un adiós eterno o momentáneo puede ser porque el que lo dice no está a gusto en el ruedo-, es preciso y justo recordar que antes que mito, figura, caradura o genio, José Tomás salió de la nada y forjó poco a poco una personalidad que no puede ser ignorada. De él depende que los fantasmas abandonen su cabeza y regrese para ofrecer buenas tardes de toros. Todo un reto en el que hay que ser muy valiente.