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ANÁLISIS DE ESPAÑA

Elogio de la indisciplina

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura2 min
España06-04-2015

Siempre se ha criticado la poca libertad individual que los partidos políticos permiten a sus integrantes, secuestrados por la férrea disciplina interna que marcan los argumentarios oficiales. Esas líneas estratégicas que trazan asesores de mérito desconocido, curtidos en mil moquetas que desde el coche oficial susurran al oído del líder supremo. Y quien se mueva, ya se sabe, no sale en la foto. Sin embargo cuando en un partido se produce una rebelión interna se corre a presentar el asunto como un signo de debilidad, crisis, falta de rumbo. Uno espera el día en el que esos conflictos simplemente se entiendan como un debate, una batalla de ideas. La regeneración democrática también era esto.

Bien merecería otra acampada en Sol, por ejemplo, un parlamento sin la figura de ese diputado que indica a sus compañeros qué botón tienen que pulsar en cada votación. A veces se les ve por televisión, levantando la mano y marcando con los dedos: “¡Unoooo!”, “¡Dooooos!”. Y aún así hay señorías que se equivocan y votan lo contrario. Siendo realistas, para asistir a un parlamento imprevisible quizá sólo haya que esperar a la próxima legislatura, pero en aras de la libertad individual convendría recordar que los diputados en el Congreso representan a un partido y sobre todo a los votantes de la provincia por la que son elegidos. Eso choca con la fría realidad que dice que en España las listas electorales son un sudoku en el que cuadrar afinidades y recompensar fidelidades.

Si a día de hoy una diferencia se presenta como un problema y no como una oportunidad es porque todos sabemos que aquí el el único conflicto ideológico es el que marcan las encuestas, las ambiciones individuales o las rencillas personales. Susana Díaz y Pedro Sánchez, Cospedal y Arenas, Rosa Díez y casi todo su partido, Rajoy y Aguirre. La lideresa hace ya tiempo que comprendió que para ganar en Madrid es más efectivo hacer campaña contra Génova que contra el resto de candidatos. Sólo le falta emular a Alí cuando se rebeló contra su Gobierno por querer mandarle a Vietnam y soltar eso de que a ella ningún vietcong ni ningún Carmona le ha llamado negra.

La democracia interna se suele considerar una marca propia de la izquierda, aunque Tomás Gómez tendría algo que matizar al respecto. Al final todos caen en la tentación de sacrificar la libertad por la seguridad. Por mucho que las interminables asambleas del 15M (a veces desesperantes) fuesen el embrión de Podemos, hoy la cúpula del partido está poniendo pegas a que sus compas hagan lo que quieran en Andalucía. Hay una leyenda urbana sobre una mañana en la sede de IU en la que cada uno que entraba saludaba con un “buenos días”. Así hasta que a alguien le debió parecer sospechoso tanto consenso en la casa y terció con un “buenos, buenos... habrá que votarlo ¿no?”. Se desconoce si la dirección impuso disciplina de voto.