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ANÁLISIS DE ESPAÑA

El mundo después de Charlie Hebdo

Fotografía
Por Alejandro RequeijoTiempo de lectura3 min
España12-01-2015

Muchas cosas van a cambiar después del atentado contra Charlie Hebdo. Como cambiaron después del 11-S. De fondo está otra vez la motivación religiosa llevada al fanatismo. Pero han cambiado las formas. Ya no les hace falta secuestrar un avión y estrellarlo contra unas torres. No necesitan desplazar un comando o una gran preparación. Ni siquiera les hace falta planificarlo y dar la orden desde un escondite en las lejanas montañas de Pakistán o Afganistán. Ahora están entre nosotros. Aparentemente llevan una vida normal, disfrutan de nuestros sistemas de libertades, pero en la intimidad consumen los mensajes integristas a través de las redes sociales, Internet, escuchan imanes descontrolados... Así hasta que un día, en el lugar más imprevisto, de forma aislada deciden llevar a cabo un atrocidad y demostrar que la seguridad absoluta no existe y que es inevitable sentirse tremendamente vulnerable. Prevenir estos actos es difícil. A juzgar por los antecedentes, ni siquiera es fácil establecer un patrón claro. Los hay que lo tenían todo, hay casos de personas marginales, mujeres, hombres, casados, con familia, hasta menores de edad, inmigrantes de primera generación o de segunda y de tercera, jóvenes que han estudiado en nuestros colegios e institutos.

Desgraciadamente ha tenido que ocurrir una desgracia como la de París para que España y el resto de países del entorno se apresuren a articular medidas de seguridad para protegerse. Irremediablemente nos afectarán a todos. Un ejemplo son los ficheros de viajeros en los aeropuertos, una medida que Estados Unidos Unidos ya venía aplicando, pero hasta ahora Europa se negaba por aquello de que suponía una intromisión excesiva a la libre circulación. Más allá de lo que se decida a nivel internacional, en España el Gobierno ya prevé introducir medidas tanto en el nuevo Código Penal como en la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Son soluciones que en otros tiempos se hubiesen considerado un exceso, un ataque a los derechos individuales. Se endurecerán penas y se castigará, por ejemplo, el adoctrinamiento pasivo, es decir, visitar de manera continuada y consciente páginas webs con contenido yihadista. Eso significa poner en cuestión el principio histórico de que la mera afinidad ideológíca no era delito mientras no pasases del pensamiento a los hechos.

Sin necesidad de que medie una amenaza concreta contra España, el Ministerio del Interior ya ha activado el Nivel 3 de alerta antiterrorista (riesgo muy alto de atentado). Dicho de otro modo,en una escala de riesgo del 1 al 10, estamos en un 7. Eso se notará en las calles donde habrá una mayor presencia policial por tiempo indefinido. También se agilizará la interceptación de las comunicaciones telefónicas y telemáticas a través del teléfono o de cualquier medio de comunicación. Se agilizará el acceso a los datos necesarios para la identificación de usuarios, terminales y dispositivos de conectividad. Se permitirá la captación y grabación de comunicaciones orales mediante la utilización de dispositivos electrónicos. Habrá registros remotos sobre ordenadores, dispositivos electrónicos y otros equipos o sistemas informáticos. También se regulará el procedimiento para la detención y apertura de la correspondencia escrita y telegráfica. Con todas estas medidas en marcha surgirá de nuevo el debate sobre los limites entre la seguridad y la libertad. Será necesario evitar por todos los medios que los gobiernos aprovechen la situación actual para abusar de ciertos derechos, pero también tener la madurez suficiente para asumir con todas las consecuencias la gravedad de la amenaza a la que nos enfrentamos todos. Hoy son unas caricaturas, pero mañana puede ser una minifalda. El siguiente ataque puede surgir en cualquier momento donde menos lo esperemos y es necesario estar preparados.