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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Reconocer el Estado palestino es un brindis al sol

Fotografía
Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura2 min
Internacional24-11-2014

Reconocer a Palestina como Estado es toda una inyección de moral y un gran apoyo para ese pueblo. Quienes impulsan este tipo de medidas lo hacen, generalmente, con buenas intenciones, aunque también hay casos en los que se busca más perjudicar a los israelíes que ayudar a los palestinos. Sin embargo, este tipo de reconocimientos es como hacer un brindis al sol, porque no van a suponer, necesariamente, acabar con las principales penurias que sufren los palestinos, y, ni mucho menos, terminar con el conflicto que mantienen con Israel desde hace décadas. En primer lugar, no todos los males que afectan a los palestinos son culpa de Israel. Muchos, se deben a la división entre diferentes facciones y a la mala gestión política, con casos de corrupción y con sospechas más que fundadas de dirigentes que se enriquecen a costa de su pueblo. También son consecuencia de la hipocresía de algunos países (incluso vecinos y aliados) a los que se les llena la boca con palabras retóricas, pero que miran para otro lado cuando es necesario contar con ellos. En segundo lugar, aunque se hable de la solución de los dos estados como vía para resolver el problema con Israel, este asunto tampoco es la panacea. Que ambas partes gocen de ese estatus no supone un avance significativo en el proceso de paz. Israel siempre va a llevar la voz cantante porque tiene más peso político y un mayor potencial en todos los sentidos. Ya dice el refrán que el pez grande se come al chico, aunque los dos sean peces. Además, en este caso y en los momentos críticos, el grande tiene el apoyo del pez superior (Estados Unidos). Independientemente del reconocimiento internacional y de potenciar la diplomacia, sería muy interesante que los dirigentes palestinos se comprometieran a resolver sus discrepancias, a acabar con el terrorismo y a trabajar por el bien común. Estas mejoras internas también ayudarían a crear un Estado más fuerte y con más capacidad de negociación en los asuntos clave.