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SIN CONCESIONES

España nos roba

Fotografía
Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura2 min
Opinión10-09-2014

El gran eslogan del independentismo catalán ha resultado ser más falso que la imagen inmaculada de su precursor. Han bastado dos meses de verano para tumbar una mentira con dos grandes datos y dos grandes hechos. Primero, las balanzas fiscales de las comunidades autónomas, donde Madrid y no Cataluña aparece como la más solidaria con el resto de España. Segundo, con la confesión delictiva de la familia Pujol, que durante 30 años ha estafado al fisco. El padre del soberanismo catalán y del marco de competencias más federalista del mundo robaba dinero a todos los catalanes y al conjunto de los españoles mientras gobernaba la Generalitat. ¿Dónde queda ahora el "Espanya ens roba"? Pujol es un ladrón que iba de Robin Hood pero que en realidad arrebataba el dinero a su pueblo para metérselo en el bolsillo familiar. Cada vez que defraudaba a Hacienda era plenamente consciente del daño que causaba a Cataluña. Al fin y al cabo, fue él quien negoció exitosamente con José María Aznar para que un porcentaje del impuesto del IRPF lo recibieran las comunidades. Así que lo Pujol robaba al Estado lo robaba incluso a su propio gobierno, que percibía menos dinero por no declarar sus ingresos conforme a la legalidad. El expresident solía presumir de prosperidad en Cataluña frente a la pobreza de otros territorios del sur como Extremadura o Andalucía, los cuales eran más pobres con cada euro que la familia del líder convergente dejaba de pagar. Este 11 de septiembre ya no se puede gritar en la celebración de la Diada que "Espanya ens roba". Esa soflama se ha acabado y de nada sirve repetirla. La realidad de Cataluña, mas allá del escándalo Pujol, es la nefasta gestión económica de Artur Mas. El líder independentista está metiendo a la comunidad en un agujero sin fondo con su despilfarro y su incapacidad para resolver los problemas que realmente afectan a los ciudadanos. Los que quieren romper con España sólo pueden apelar ya a las entrañas, a los sentimientos por una falsa patria que nunca fue tal y que nunca tuvo historia propia. Cataluña nunca dejó de ser un condado del Reino de Aragón, aunque cuatro locos reivindiquen ahora una Corona propia y en el monte de Monserrat hablen de Ramón Berenguer III como el primer monarca de Cataluña. Es aún más curioso que los separatistas festejen ahora el tercer centenario de una guerra en la que sólo estaba en juego el heredero al trono de España y no la independencia catalana. La mentira no puede ser más grande, pero en Barcelona tragan y tragan las falacias de sus dirigentes. Son esos mismos que robaban durante años mientras el pueblo expresaba su cariño incondicional a los Pujol. Ahora se multiplican las voces que decían saber del fraude pero la realidad es que nadie abrió la boca en su momento. Con el desafío de Artur Mas sucede lo mismo. Todos saben que la independencia sería un desastre para Cataluña pero pocos se atreven a llevar la contraria.