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Reino Unido

Cameron se disculpa por el escándalo sanitario del país

Por Irene HernándezTiempo de lectura2 min
Sociedad07-02-2013

El personal del servicio de sanidad deberá afrontar sanciones penales si encubren sus errores o los de sus colegas en el trato que dispensan al paciente, según las recomendaciones de la investigación dirigida por el abogado especialista en negligencias médicas Robert Francis. El primer ministro británico, David Cameron, ha calificado como “verdaderamente espantosas” las negligencias médicas que se tradujeron en la muerte innecesaria de centenares de pacientes en uno de los hospitales públicos del Reino Unido.

El escándalo sanitario, que saltó a la palestra en 2009, ha sido objeto desde entonces de cinco investigaciones. Se concluye ahora que existió maltrato sistemático a los pacientes de un centro sanitario de Staffordshire (centro de Inglaterra), han dado difusión al trato de los pacientes, privados en algunos casos incluso de agua y alimentos, y que se tradujo en una inusual y altísima tasa de bajas mortales entre 2005 y 2008. La presión de los familiares de esos pacientes maltratados, exigiendo un examen en profundidad del sistema para buscar soluciones y dirimir responsabilidades, ha forzado esta última encuesta oficial. Se ha confirmado que estos pacientes fueron víctimas de una gestión que primaba “la consecución de objetivos económicos por encima de la calidad del servicio”. Las cifras de mortalidad registradas por el hospital en aquel periodo superaron las previsiones estadísticas entre 400 y 1.200 personas. El resultado de esta investigación, sin embargo, solo aporta un catálogo de recomendaciones que se resumiría en el establecimiento de un código más férreo de conducta, el reforzamiento de los controles del personal y la creación de un cuerpo de inspectores para velar por unos centros sanitarios “limpios seguros y en los que se cuide a los pacientes, no de meros espacios de gestión burocrática”. Se apunta a los errores de gestión, desde los máximos responsables hasta la base, pero no habrá mayores consecuencias más allá de la severa censura. Y todo esto a pesar del relato de cómo las recepcionistas determinaban quién era o no aceptado para su ingreso, de la falta de formación de las enfermeras para usar los equipos o la inexperiencia de algunos médicos a los que se encomendaron pacientes en estado crítico. Tanta era la dejadez, que a veces la bandeja con el almuerzo o la cena era depositada fuera del alcance del paciente que yacía en la cama.