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ARQUITECTURA

El mundo se despide del padre de la arquitectura brasileña

Por Andrea NietoTiempo de lectura2 min
Cultura06-12-2012

Río de Janeiro se cubre de luto por la muerte de Óscar Niemeyer, uno de los más grandes artífices de la arquitectura moderna. El pasado miércoles 5 de diciembre, decía adiós a los 104 años de edad, en el Hospital Samaritano de Río de Janeiro, tras un duro año.

Fue ingresado el 2 de noviembre, a causa de unos problemas gástricos que se fueron agravando con el paso de los días. Finalmente falleció como consecuencia de una infección respiratoria. Niemeyer deja atrás un 2012 en el que ha sufrido numerosos problemas de salud, entre ellos una neumonía, insuficiencia renal, deshidratación… Su cuerpo será trasladado a Brasilia, donde será velado en el Palacio de Planalto, una de sus múltiples obras, y sede de la Presidencia. Más tarde, sus restos se llevarán de nuevo a Río, al Palacio de la Ciudad, donde el pueblo carioca podrá velarle hasta el viernes 7 de diciembre, día en que se celebre su entierro. Por su parte, el Gobernador de Río de Janeiro, Sergio Cabral ha destacado que Niemeyer “ha sido el arquitecto más importante de Brasil, y un genio de la arquitectura mundial. Era muy querido por el pueblo brasileño”. Otro de los que ha querido dedicarle unas palabras es el alcalde de la ciudad, Eduardo Paes, que ha manifestado que “Brasil y el mundo han perdido a un hombre que dedicó su vida a crear belleza. Ha dejado su marca en el paisaje y en la historia de nuestro país. Lo que él creó perdurará en nuestra memoria”. En palabras de la Presidenta de Brasil, Dilma Roussef, Niemeyer ha sido todo un revolucionario, el mentor de una nueva arquitectura que, con sus sinuosas curvas, llegó a diseñar grandes edificios, palacios, y ciudades enteras”. Era de esperar que Roussef destacase el gran proyecto de la capital brasileña, ya que Niemeyer, junto a Lucio Costa, fue el autor intelectual de Brasilia, “que cambió el eje de Brasil hacia el interior”. La repercusión internacional de sus obras le llevaron a ganar multitud de premios, entre los que destacan el Pritzker, considerado el Nóbel de la arquitectura, en 1988, y el Príncipe de Asturias, en 1989. En definitiva, Niemeyer se ha ido dejando atrás un inmenso legado artístico repartido por todo el mundo.