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LA ENERGÍA NUCLEAR

La energía nuclear, la más barata y limpia pero más peligrosa en caso de catástrofe

Por J. F. LamataTiempo de lectura4 min
España17-03-2011

Un reactor nuclear es -con el diccionario en la mano- una instalación capaz de iniciar, mantener y controlar las reacciones de fisión en cadena, con los medios adecuados para extraer el calor generado. Un reactor nuclear consta de varios elementos, que tienen cada uno un papel importante en la generación del calor.

Por un lado, se encuentra el combustible, formado por un material fisionable, generalmente un compuesto de uranio, en el que tienen lugar las reacciones de fisión, y por tantro, es la fuente de generación del calor. También hace falta un moderador , que hace disminuir la velocidad de los neutrones rápidos, llevándolos a neutrones lentos o térmicos. Asimismo, una central necesita el refrigerante, que extrae el calor generado por el combustible del reactor; y el reflector, que permite reducir el esacape de neutrones de la zona del combustible. No pueden faltar los elementos de control -que actúan como absorbentes de neutrones- y el blindaje -de hormigon, agua y plomo- que evita el escape de radiación gamma y de neutrones del reactor. La energía nuclear es mucho más barata que cualquier otra. Sin embargo, es también la más peligrosa en caso de descontrol. Han sido muchas las ocasiones en las que ha habido "fugas" en una central, como el reciente de Eslovenia, que provocó su inmediata clausura. Pero la realidad es que las palabras "desastre" y "nuclear" están unidas a un nombre personal: Chernóbil. El accidente de Chernóbil Fue concretamente en Ucrania, entonces integrado dentro de la Unión Soviética. El incidente fue descubierto por un satélite estadounidense el 29 de abril de 1986, aunque en realidad se había producido varios días antes, concretamente a la una de la madrugada del día 26. La dictadura comunista -que encabezaba desde hacía un año Mijail Gorbachov- había hecho todo lo posible por ocultar al mundo la tragedia. Un experimento sin las suficientes medidas de seguridad provocó una explosión, provocando que varios cientos de millones de curies -aproximadamente una décima parte del total emitido en todas las pruebas atómicas realizadas en 1945- se propagaron por la atmósfera en un solo día. Los vecinos más cercanos murieron y todo una generación de niños de aquella localidad quedaron contaminados o con malformaciones. Toda la zona fue evacuada por el Gobierno. Aún a día de hoy sigue cercada como una auténtica ciudad fantasma. El país más afectado fue el vecino de Ucrania, Bielorrusia, donde fueron evacuadas más de 130.000 personas. Todavía la dictadura de Lukashenko -el último tirano de Europa- sigue negando inseguridades en la zona, que según los expertos permanece contaminada. Antes que Chernóbil se produjeron otros incidentes célebres en la historia vinculados a la energía nuclear: un incendio en una fábrica de plutonio en 1957, en Inglaterra; la caída de bombas de plutonia en España en 1966, que provocó que el entonces joven ministro Fraga se bañara públicamente en las aguas para demostrar que no había contaminación; un accidente en 1970 en Savannah, que causó una lluvia radioactiva y que no fue reconocido oficialmente por el gobierno norteamericano hasta 1988 por el senador John Glenn; o una explosión en una central de Pensylvania en 1979, todos ellos ínfimos al lado de Chernóbil. Disputa con otras energías La regulación de centrales nucleares en Europa cuenta con posiciones de lo más diversas. Hay casos como Francia, dónde la utilización de este tipo de energía es prioritaria, llegando a ser con frenesí en otros como Lituania, dónde supuso un auténtico dramatismo tener que cerrar su única central para poder entrar en la UE. En el lado contrario, países como Italia, Austria o Irlanda las han prohibido por ley. Julián Barquín, profesor en la Escuela de Ingeniería e investigador del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas, aseguraba en un artículo de un diario ya desaparecido que el problema es que el mercado único de la electricidad no ha llegado a producirse al reconocerse generalmente que temas como la elección del tipo de plantas de generación eléctrica a instalar en cada país quedan dentro del ámbito de la soberanía nacional. Por mucha unión económica europea que haya, el debate nuclear se convierte en un tabú que afecta exclusivamente al país implicado. Esto lleva a absurdos, como sería el caso de que una empresa eléctrica austriaca no pueda construir en su país, pero sí en el país vecino Eslovaquia, haciendo frontera y causando no pocos disgustos al país central, con el que aparte de límites terrenales, comparte río. Cinco países de la UE disponen actualmente de reactores nucleares (un total de 152), liderados por Francia, donde el 80% de la electricidad proviene de esta fuente de energía. En el conjunto de la UE, la energía nuclear genera la tercera parte de la electricidad, y la Comisión alerta de que, para mantener esta tasa, es imprescindible alargar la vida útil de las plantas existentes o comenzar ya la construcción de otras nuevas. Recientemente, Bruselas advirtió de que, en el supuesto de que algún Estado decida la reducción del uso de la energía nuclear, "es esencial que esta reducción sea compensada con la introducción de otras energías de bajo nivel de carbón para la producción de electricidad". La realidad es que ningún otro tipo de energía es tan económica como la nuclear hoy por hoy, ya que la puesta en marcha de centrales de energías renovables requieren una altísima inversión y aportan pocos beneficios económicos a las empresas. Por eso, las instituciones públicas han tomado la decisión en los últimos años de subvencionar las nuevas fuentes de energía como una manera de impulsar al mismo tiempo la lucha contra el cambio climático.