Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

TOROS

La grave cogida de Aparicio silencia al mejor Cid

Por Almudena HernándezTiempo de lectura2 min
Espectáculos23-05-2010

Con la Feria de San Isidro en sus últimos compases -luego vendrá la del Aniversario-, la afición madrileña aún está bajo el golpe moral que supuso la cogida de Aparicio el vienes 21. Aún así, en los últimos días, la monumental madrileña ha disfrutado del toreo bueno de El Cid, de los toros del Puerto de San Lorenzo y Cuadri y del toreo a caballo de Diego Ventura y Leonardo Hernández. Algo es algo, y no es poco.

Se suele decir que cuando hay toros no hay toreros y viceversa. Pero en ocasiones algunos protagonistas de la fiesta se equivocan de día. El pasado viernes 21 le ocurrió a Manuel Jesús El Cid, a quien tanto se le había criticado en las jornadas previas y que finalmente logró cortar una oreja en Las Ventas. Pero la desgracia había llegado en el primer toro de la corrida y la labor de El Cid quedó a la sombra. Afortunadamente Julio Aparicio se recupera favorablemente, despues de una buena labor médica iniciada en la misma plaza por el doctor Máximo García Padrós, cirujano jefe de la plaza de Las Ventas. A pesar de la gravedad del percance, se estabilizó al torero y se difundió el parte médico con agilidad, toda una prueba de profesionalidad e n los tiempos que corren. Decía: "Julio Aparicio ha sufrido herida por asta de toro en región submandibular con una trayectoria ascendente que penetra en cavidad bucal, atraviesa la lengua y alcanza el paladar produciendo fractura del maxilar superior. Pronóstico muy grave que le impide continuar la lidia. Fdo.: Dr. García Padrós". El torero resultó cogido al caer al suelo por el bonito jabonero de Juan Pedro Domecq que abrió plaza la citada tarde del viernes. Ese día se había convocado por SMS un plante de la afición venteña para castigar a la empresa y a El Cid, de quien muchos presuponían que se encontraba en horas bajas y por ende sin nivel para sustituir a José María Manzanares, convaleciente por problemas de salud. Pero El Cid, pese a la conmoción que reinaba en los tendidos tras la cornada de Aparicio y el citado plante, se trabajó su triunfo en un festejo que quedó en mano a mano. Mientras Morante de la Puebla fue silenciado por su labor, el diestro de Salteras fue ovacionado en sus dos primeros toros y, ya en el sexto, protagonizó momentos de plasticidad. Al día siguiente, Leonardo Hernández y Diego Ventura se ganaron al público capitalino -aunque suele ser bastante diferente la afición de las corridas de toros de la del rejoneo- y compartieron al alimón la salida por la puerta grande. Parece que el relevo generacional llega a los rejones y que es en el ruedo donde se acallan las polémicas en la pugna torera que siempre existe por el número uno.