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ANÁLISIS DE DEPORTES

El Mundial de clubes, un torneo prescindible

Fotografía
Por Alejandro G. NietoTiempo de lectura2 min
Deportes20-12-2009

La hazaña del Barcelona al conquistar los seis títulos en juego en 2009 merece todos los halagos del mundo. A lo largo de todo el año han desplegado un juego brillante, pese a ciertos altibajos en otoño, y puede que se hayan ganado el cartel de mejor equipo de la década (al menos sí han sido los mejores, por juego y títulos, del último lustro). Sin embargo, todo se ha exagerado demasiado con la consecución del Mundial de Clubes. Vale que a estas alturas del año escasean las informaciones deportivas. Pero vender el Mundialito como si fuera una competición importante es un exceso prescindible. El Barça ya se había hecho “eterno” (calificativo utilizado por Pep Guardiola) antes de viajar a Abu Dhabi. Con alzar el triplete y sumarle las dos Supercopas (de España y de Europa) los azulgranas ya habían hecho historia. Su éxito sin precedentes y la forma de lograrlo les habían encumbrado al Olimpo. Por eso las cinco copas eran ya motivo de sobra para haber otorgado al equipo la categoría de mito futbolístico que se les ha brindado estos días. Todo lo demás que podrían ganar, es decir, el Mundial de Clubes, la Copa Cataluña o el Trofeo Joan Gamper, no tiene mayor relevancia. El torneo que la FIFA quiere convertir en una competición de clubes de enjundia no es más que una pantomima. Que el Barça lo ganase tiene escaso mérito, pues los rivales, salvando al Estudiantes, eran de risa. La Copa Intercontinental ya era un torneo desprestigiado, pero con su sustituto (el Mundial de Clubes) la FIFA ha tocado fondo. La motivación que el Barcelona tenía para ganar este año era una excepción, porque lo normal es que cualquier equipo europeo que lo dispute se lo tome totalmente a broma. De hecho, probablemente muchos se negarían a disputarlo de no ser por los beneficios económicos que les reporta. Sin ir más lejos, Joan Laporta ha sido uno de los más listos y ha aprovechado para programar un amistoso extra con el que hacer caja. Con torneos como este, al aficionado (salvo a los exaltados habitantes de Abu Dhabi que pudieran asistir al estadio) se le abre la boca. De no ser porque el Barça se jugaba el conseguir una hazaña inédita, el Mundial habría tenido una relevancia informativa prácticamente nula. Si la FIFA quiere convertir esta cita en un evento realmente importante debería atraer a más equipos de relumbrón, en lugar de admitir sólo uno por continente. Es bonito que los modestos conjuntos africanos, asiáticos y oceánicos tengan ocasión de luchar medirse los grandes. Pero las temporadas son ya de por sí muy duras, y los clubes serios no están para hacer obras de caridad. De hecho, si en algún momento deja de salirles rentable el viaje, es muy probable que más de uno acabe renunciando a jugar, como hicieran el Bayern de Múnich y muchos otros con la antigua Copa Intercontinental. Tiempo al tiempo.