Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ORIENTE PRÓXIMO

El ultraderechista Lieberman rechaza los acuerdos de Anápolis

Por LaSemana.esTiempo de lectura1 min
Internacional05-04-2009

El ministro de Exteriores israelí, el ultraconservador Avigdor Lieberman, dejó entrever la pasada semana lo que muchos ya esperaban: que los compromisos del nuevo Gobierno con los tratados de paz con la parte palestina firmados por Olmert perderán toda validez. Lieberman hizo mención concretamente a los tratados de Anápolis, sobre los que textualmente afirmó que “no estaba obligado a cumplirlos”.

Tal y como la mayoría de la prensa internacional vaticinó en 2007, los acuerdos alcanzados por palestinos e israelíes en la Conferencia de Anápolis han quedado en papel mojado. Con el 67 por ciento de los palestinos y el 71 por ciento de los israelíes pensando que la cumbre no llevaría a ningún sitio, ésta no supuso un salto cualitativo respecto a lo que establece la Hoja de Ruta aprobada por el Cuarteto en 2003. Bush mostró su intención de apostar fuerte por la paz al convertirse en el primer presidente de EE.UU. que aboga públicamente por la creación de un Estado palestino. Así, a finales del pasado año deberían según Anápolis haberse dado las condiciones requeridas en la Hoja de Ruta para comenzar a hablar sobre la creación de ese Estado palestino. Algo que, obviamente, no ha sucedido. Lieberman terminó de liquidar el acuerdo de Anápolis la pasada semana afirmando que “carece de validez” dado que nunca fue aprobado por el Parlamento, sino que sólo fue firmado por el presidente saliente Ehud Olmert. Con el nuevo Gobierno israelí, todo indica que los palestinos tendrán que sudar sangre para recibir nuevas adquisiciones territoriales, ya que los nuevos líderes de Israel prometen mano dura. Tanto, que han negado la validez de un documento que enumeraba así su declaración de intenciones: "determinación de acabar con el derramamiento de sangre, generar una nueva era de paz basada en la libertad, la seguridad, la justicia, la dignidad, el respeto y el mutuo reconocimiento para extender una cultura de paz y no violencia, y para hacer frente al terrorismo y su incitación, tanto por parte de los palestinos como de los israelíes". Ni las buenas palabras tienen cabida ya en Jerusalén.