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RELIGIÓN

El Papa pide a los sacerdotes una conducta irreprochable

Fotografía
Por Javier M. FandiñoTiempo de lectura2 min
Sociedad02-04-2009

Tres días antes de que Benedicto XVI presida en Roma el inicio de la semana más importante para los cristianos -el Domingo de Ramos da paso a las celebraciones de Semana Santa-, el Papa recibió a un grupo de obispos argentinos reunidos en la capital vaticana con motivo de la visita Ad limina apostolorum, que se celebra cada cinco años.

La celebración de la reunión, que tuvo lugar el pasado 2 de abril en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, comenzó con un discurso del arzobispo de San Juan de Cuyo, monseñor Alfonso Delgado Evers, que resaltó la adhesión de la Iglesia argentina al Papa, así como la dificultad de mantener la unidad eclesiástica. Por su parte, el Sumo Pontífice, se centró en la necesidad del sacerdote de "aparecer ante los fieles irreprochable en su conducta", siguiendo a Cristo y contando con "el apoyo y aliento de los fieles" mediante la oración, comprensión y el afecto espiritual. Benedicto XVI subrayó que en los tiempos que corren se necesitan clérigos virtuosos, con gran capacidad de sacrificio y entregados a Cristo y a la Iglesia mediante el ejercicio de la caridad y recordó que la santidad es "una exigencia de perenne actualidad, ya que el hombre de nuestro tiempo siente necesidad urgente del testimonio claro y atrayente de una vida coherente y ejemplar". Además, pidió que se preste de ahora en adelante especial atención a los presbíteros e hizo hincapié en procurar que los "seglares sean cada vez más conscientes de su vocación". En su mensaje, afirmó que "se ha de tener siempre muy presente que la primera forma de evangelización es el testimonio de la propia vida" y que, tal y como afirmaba Juan Pablo II, "evangelizar es, ante todo, dar testimonio, de una manera sencilla y directa, de Dios revelado por Jesucristo mediante el Espíritu Santo. Testimoniar que ha amado al mundo en su Hijo". Por tanto, consiste en anunciar la llegada de Cristo, su misterio y su amor. Otros puntos abordados por el sucesor de Pedro fueron la necesidad de llevar a cabo en Argentina una acción evangelizadora basada en los valores cristianos que han conformado la historia y la cultura del país para dar lugar a un "renacimiento espiritual y moral", tanto de las comunidades como de la sociedad, así como la lucha por el "resurgir de un laicado maduro, que busque la santidad en sus quehaceres temporales, en plena comunión con sus pastores, y firme en su vocación apostólica de ser fermento evangélico en el mundo".