FÓRMULA 1
Ross Brawn pone en su lugar a Honda
Por Roberto J. Madrigal3 min
Deportes29-03-2009
Tras meses de incertidumbre, Ross Brawn compró in extremis la estructura del antiguo equipo Honda. A pesar de llegar a tiempo tan sólo para el último test de pretemporada, sorprendentemente, su bólido se ha mostrado muy competitivo. Para muchos, ha sido la prueba de que Honda se equivocó al anunciar la venta de su equipo por la crisis económica; para otros, de que la estructura organizativa de los japoneses no es la más efectiva para la Fórmula 1, mientras que para otros es la demostración del talento que atesora el propio Brawn, la comidilla del campeonato en vísperas del Gran Premio de Australia.
A comienzos de diciembre de 2008, las pérdidas obligaron a Honda a anunciar su retirada de la Fórmula 1. La marca japonesa estuvo vinculada al Mundial en tres etapas: la primera entre 1963 y 1968, y más tarde entre 1983 y 1992, como proveedor de motores; su último periplo había comenzado en 2000, como socio de la escudería British American Racing (BAR), que compró en 2005. Sin embargo, los altos costes para mantener el equipo y los pobres resultados conseguidos -acabó 2008 como novena escudería, sólo por delante de Force India- hicieron a los responsables de la empresa nipona tomar una decisión que conmocionó al paddock y a los responsables de la Federación Internacional de Automovilismo (FIA), Max Mosley, y de Formula One Management (FOM), Bernie Ecclestone. El propio Ecclestone, ante la posibilidad de tener tan sólo 18 monoplazas en la parrilla de salida, barajó diversas posibilidades y llegó a proponer que cada escudería alinease tres bólidos, aunque sólo dos de ellos sumarían puntos para el campeonato de constructores; también propuso apoyar económicamente a la estructura que dejó el equipo, con sede en Brackley (Inglaterra). Sin embargo, después de algunos rumores que apuntaron a la compra del equipo por parte del excéntrico millonario Richard Branson, propietario del conglomerado empresarial Virgin, quien se hizo con el paquete accionarial fue el británico Ross Brawn, que en 2007 había llegado a Honda para ocupar el cargo de director técnico. Sin embargo, Brawn había preparado su regreso a conciencia: no sólo había mantenido la actividad de la empresa, con los ingenieros encargándose del desarrollo del nuevo monoplaza, sino que logró que los pilotos con contrato en vigor -el británico Jenson Button y el brasileño Rubens Barrichello- rebajasen su sueldo. Además, dado que Honda renunció a suministrar motores al nuevo equipo, consiguió propulsores de Mercedes-Benz. Así, Brawn GP -con un bólido totalmente desnudo de publicidad- pudo comparecer a las últimas pruebas de pretemporada, en el circuito de Montmeló, donde ha sorprendido a propios y extraños con unos tiempos competitivos desde los primeros kilómetros. Las explicaciones son diversas: por un lado, Honda había anticipado el desarrollo del nuevo monoplaza, mientras que Brawn -un gurú que ya estuvo al lado de Michael Schumacher cuando conquistó sus cinco títulos con Ferrari- y su equipo de ingenieros han podido analizar y adaptar las soluciones aerodinámicas presentadas por otros equipos. Sin embargo, también se ha rumoreado con fuerza que un rendimiento tan llamativo obedezca a la necesidad imperiosa de conseguir patrocinadores que sufraguen el fortísimo gasto que supone mantener un equipo de Fórmula 1. Toda vez que Brawn no ha dado pistas acerca de si cuenta con el sistema de recuperación de energía cinética (KERS), que será obligatorio para 2010, aunque se apunta a que podría contar con el dispositivo diseñado por Honda, lo cierto es que su aparición ha supuesto un golpe de efecto en un Mundial que anticipa una enorme igualdad entre las escuderías. Sin embargo, la única respuesta a todas las dudas planteadas llegará en cuanto empiece la competición y todos los equipos pongan la carne en el asador, sin los despistes con los que se juega en las pruebas de pretemporada.