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VENEZUELA

Chávez celebra diez años en el poder mirando a la reeleción

Por Luis Miguel L. FarracesTiempo de lectura5 min
Internacional08-02-2009

El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, celebró la pasada semana diez años desde que se produjera la victoria electoral que le impulsó a ocupar el Palacio de Miraflores. Con motivo de la ocasión, el mandatario llamó a la unidad de todos los venezolanos en favor de su proyecto de reeleción indefinida, que perpetuaría en el país el régimen bolivariano impuesto por Chávez durante la última década. Sin embargo, la oposición no parece muy convencida.

Frente a miles de personas concentradas frente a la residencia presidencial, Chávez “celebró” la llegada de “un nuevo modelo de país, un nuevo sistema de gestión, de unión, de integración y de mejora en la calidad de vida” de todos los venezolanos. Sin embargo, pese a englobar a todos los ciudadanos en el mismo saco, la oposición se adelantó al presidente en tan señalado día y anunció la creación de un frente que aglutinará a todos los partidos disidentes para boicotear la propuesta de enmienda que permitiría a Chávez presentarse cuantas veces quisiera a las elecciones. Una propuesta que será votada por los ciudadanos en unos meses después de que el Congreso del país la aprobase recientemente en un claro movimiento para perpetuar el sistema político bolivariano que arrancó en 1999. Cuando Hugo Chávez ascendió al poder en Venezuela tras ganar los comicios de 1999, el rumbo de la hasta entonces conservadora República de Venezuela dio un giro de 180 grados. El populismo del nuevo presidente, con un golpe de Estado a sus espaldas, dejaba entrever una más que curiosa forma de entender la democracia en la que todo vale para llevar paso a paso al país a un Estado socialista. El cambio radical de la República venezolana y el carácter populista de Chávez se puso de manifiesto poco después de su triunfo electoral en 1999. En apenas un espacio de tres meses, Chávez puso en marcha una amplia reforma de la Constitución venezolana con la intención de orientarla hacia el socialismo. Aprovechando su tirón electoral, el nuevo presidente convocó elecciones constituyentes apenas dos meses de su elección, las cuales obviamente ganó con el 93 por ciento de los sufragios. El proyecto constitucional semisocialista se vio impulsado por la rápida creación del programa Aló Presidente en la televisión pública, espacio propagandista y de adoctrinamiento en el cual Chávez aún hoy ensalza los logros de la revolución durante toda la tarde del domingo. Tras seis meses de espacio dominical, el pueblo venezolano aprobaba la Constitución de 1999, en la que se potencian los poderes presidenciales, se suprime la cámara del Senado y se nacionaliza completamente la compañía petrolera venezolana. Además, el nombre del país cambia de República de Venezuela a República Bolivariana de Venezuela, haciendo mención al héroe nacional Simón Bolívar, cuyas ideas de cooperación social han sido totalmente absorbidas por Chávez. La vertebración del Estado chavista: las Misiones Bolivarianas La ideología bolivariana y socialista del sistema impulsado por Chávez se ha visto puesta en práctica mediante amplias reformas de la ley venezolana y mediante medidas de actuación social denominadas Misiones Bolivarianas a lo largo de todo el país. Entre las misiones más significativas se encuentran la Misión Barrio Adentro, encargada de garantizar la cobertura sanitaria a las familias más pobres del país mediante la fundación de centros estatales; la Misión Madres del Barrio, encaminada a apoyar a las amas de casa de los vecindarios más desfavorecidos mediante la organización de tareas y cursos para la comunidad y la asignación de un pequeño sueldo mensual, o la Misión Mercal, que vela por el cumplimiento de los valores del comercio justo supervisando la actuación de los intermediarios para mantener los precios bajos y una asignación digna para los productores. Además de éstas, existen otras decenas de misiones encargadas de mejorar la situación de los pequeños centros mineros del país, realizar operaciones oftalmológicas gratuitas a los colectivos pobres, velar por el respeto de las comunidades indígenas y promover la educación gratuita para adultos entre otras tareas. Pese al éxito, desigual eso sí, de las iniciativas bolivarianas, la oposición viene denunciando desde hace años una enorme trama de corrupción en torno a las misiones. Reformas legales a favor de los pobres merced a las clases media y alta La ideología bolivariana del Estado planteado por Chávez se ha visto plasmada también en grandes modificaciones legales. Como ejemplos más significativos están la Reforma de la Ley Agraria, que entregó en manos de campesinos pobres parcelas de tierra que no estaban siendo trabajadas o la Reforma de la Vivienda proyectada en la nueva Constitución que permitirá al Estado la expropiación de segundas viviendas de las clases medias y ricas para dar acceso a un hogar a la clase más pobre. Ambas reformas han sido tildadas de comunistas por los grupos opositores y su violación de la propiedad privada no ha hecho sino agravar los recelos de los inversores extranjeros a iniciar una aventura empresarial. La estrategia de la oposición entrega el poder a su antagonista A pesar de que la oposición venezolana lleva años acusando a Chávez de un populismo exacerbado que utiliza a las clases pobres para perpetuarse en el poder, lo cierto es que la propia estrategia opositora ha contribuido mucho a otorgar a Chávez poder absoluto. La negativa de los partidos opositores a participar en las elecciones legislativas de 2005 por falta de confianza en la Comisión Electoral, un acto que sorprendió a los observadores internacionales, dejó el Parlamento plenamente en manos de los partidarios de Chávez. Así, el presidente venezolano no ha tenido traba legal alguna para impulsar polémicos proyectos como la reforma constitucional en la que en estos momentos se trabaja, que abolirá la imposibilidad de renovar más de dos veces el mandato presidencial. Una estrategia cuestionable si se tiene en cuenta el relativo éxito de la coalición opositora en las últimas presidenciales (en las que se llevó cerca del 40 por ciento de los sufragios) y la creciente involucración popular en las manifestaciones de protesta contra el Estado y la fractura interna de determinados sectores del chavismo.