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TENIS

Nadal no tiene límites

Por Manuel de JuanTiempo de lectura5 min
Deportes01-02-2009

Comenzó su leyenda en la tierra rojiza de París, prosiguió en la hierba verde de Londres, deslumbró al mundo entero con su oro en Pekín y ahora la pista rápida de Melbourne se ha convertido en el último escenario de las grandes gestas del que es ya para muchos el mejor deportista español de la historia. Y sólo cuenta con 22 años. Rafa Nadal volvió a dejar en la cuneta al suizo Roger Federer y logró su primer grande sobre pista sintética, lo que le hace aún más número uno.

Rafael Nadal se convirtió en el nuevo campeón del Abierto de Australia tras derrotar en la final al suizo Roger Federer por 7-5, 3-6, 7-6, 3-6 y 6-2 en un duelo que duró más de cuatro horas. El español volvió a demostrar que le tiene cogida la medida al ex líder del ranking ATP y planteó un partido perfecto, en el que martilleó una y otra vez el revés de su contrincante hasta llevar al ataque de nervios al expreso suizo. Comenzaron los dos jugadores algo nerviosos e indecisos, lo que provocó más de un break por cada lado. Pero, con 5-5, al suizo le tembló el pulso y cedió el servicio, para que luego Nadal se llevase la manga por 7-5. Supo recomponerse Federer, que soltó su drive al máximo y se llevó el segundo parcial por 6-3. El duelo era intenso, duro y con una calidad que rayaba la perfección. La seguridad de ambos tenistas con su servicio hizo que el tercer parcial tuviera que decidirse en la muerte súbita. No tenía Nadal buenos recuerdos de los tie-break con el suizo, en las dos pasadas finales de Wimbledon perdió un total de cuatro, pero esta vez la cosa fue distinta. El español se mostró más incisivo con su derecha y se colocó a una manga de la victoria final. Pudo cerrar el partido en el cuarto set, ya que tuvo varias bolas de rotura, pero el helvético las defendió con uñas y dientes y terminó siendo él quien se apunto el parcial por 6-3 y puso el empate en el electrónico. En este punto a más de uno le vino a la cabeza la final del pasado Wimbledon, donde Nadal se impuso en un agónico quinto set. Pero no hizo falta llegar a tanto. Federer se desquicia cuando juega con el manacorense, no sabe reaccionar ante el efecto de sus bolas y, cuando la cabeza falla, el cuerpo sigue el mismo camino. Varios errores del número dos del mundo, unidos a la efectividad y seguridad de Nadal desde el fondo, propiciaron la ya habitual imagen de los Grand Slam: Nadal tirado sobre el suelo, un símbolo de celebración que ya nadie es capaz de olvidar. Por 6-2 había ganado el quinto y definitivo set y se había impuesto en el grande que hasta entonces ningún español había logrado conquistar. En la entrega de trofeos llegó un hecho insólito: Federer no pudo evitar romper a llorar. Hasta el más grande es humano y Nadal, en un nuevo gesto de la humildad que le caracteriza, se solidarizó con él y no levantó el trofeo con toda la efusividad que seguramente hubiera deseado. Después de una victoria como esta, sólo falta esperar a la próxima gesta del balear, y todas las miradas apuntan ya al Abierto de Estados Unidos, el único Grand Slam que falta en las vitrinas del español. Antes de la final, Fernando Verdasco se había convertido en la revelación absoluta del Open de Australia tras llegar a semifinales y disputar ahí un maratoniano duelo de más de cinco horas con Nadal, que terminó decantado hacia el lado del manacorense por 6-7, 6-4, 7-6, 6-7 y 6-4. El madrileño, aunque no pudo llegar hasta el último partido del torneo, demostró su gran estado de forma y un cambio radical desde la final de la pasada Copa Davis, donde logró el punto definitivo para España, y se sitúa en el noveno puesto del ranking ATP. El otro semifinalista fue el americano Andy Roddick, que volvió a salir desquiciado por el baño de juego que le dio Federer. El de Nebraska lo intentó todo, pero su potente saque no fue suficiente ante la superioridad del suizo, que terminó derrotándole por 6-2, 7-5 y 7-5. Las dos decepciones más relevantes del torneo las protagonizaron el anterior campeón, Novak Djokovic, y el favorito de muchos por el gran estado de forma en que llegaba, Andy Murray. El primero sufrió un golpe de calor en su partido contra Roddick de cuartos de final y tuvo que retirarse, mientras que el británico se cruzó en el camino del ciclón Verdasco en octavos de final y salió escaldado, algo que también le ocurriría más tarde al subcampeón de la pasada edición, el francés Jo-Wilfried Tsonga, en cuartos de final. Tenis femenino La estadounidense Serena Williams se proclamó campeona del cuadro femenino tras vapulear en la final a la rusa Dinara Safina por 6-0 y 6-3. Una victoria que le permite a la pequeña de las Williams sumar su cuarto triunfo en tierras australianas y convertirse en la nueva número uno de la WTA, después de que Jelena Jankovic, anterior poseedora del trono, no superase los cuartos de final. El partido fue un monólogo, y el primer set, casi una broma. Safina era incapaz de ver por donde le venían los palos. Segura y muy agresiva con todos sus golpes, especialmente la derecha al resto, la americana no dio ninguna opción e impidió a la siberiana conseguir su primer grande. La gran sorpresa del torneo fue la española Carla Suárez. Como ya sucediese en el último Roland Garros, la joven canaria llegó hasta cuartos de final, tras derrotar en octavos a su compatriota Anabel Medina por 6-3 y 6-2. Pero en la antepenúltima ronda se cruzó con una Ana Dementieva, que está en un estado excepcional, y quedó apeada. Más tarde Dementieva perdería en semifinales con Serena. La otra revelación del torneo fue la australiana Jelena Dokic, que llegó también a cuartos, donde perdió en un apretado duelo con Safina por 6-4, 4-6 y 6-4.