DERECHOS HUMANOS
Más de 40 guerras permanecen abiertas ante la ignorancia internacional
Por Tamara Santos2 min
Sociedad12-01-2009
Ansias expansionistas, deseos de independencia, poder, odio hacia una raza, una religión, una cultura... Hay muchos motivos por los que puede comenzar una guerra. Lo que es indignante es que en el siglo XXI se sigan llevando la vida de millones de personas que, junto al hambre y las enfermedades, malviven sin encontrar una respuesta ante tanto sufrimiento. Para más inri, no siempre tiene eco en la prensa.
En la década de los noventa se pudieron contabilizar hasta 120 enfrentamientos armados, con un saldo de cuatro millones de muertos. Actualmente son más de 40 los frentes abiertos, pero los medios de comunicación hablan de muy pocos, de manera que el resto permanece en el olvido. Así lo determina Intermón Oxfam, que a su vez, denuncia el tráfico de armas, responsable de la falta de desarrollo en numerosas naciones. Como consecuencia, los denominados países tercermundistas alimentan los enfrentamientos y la violencia al mismo tiempo que gastan los pocos recursos que tienen en la guerra, dejando a millones de personas en la pobreza. Se calcula que cerca 46.000 es la cifra de fallecidos que se produce año tras año, como consecuencia de un conflicto armado. Un ejemplo claro del negocio armamentístico es Burundi, donde murieron 300.000 personas víctimas de una guerra civil y se gastaron 5.700 millones de dólares en el enfrentamiento. La venta de armas y la violencia mueven grandes cantidades de dinero, por lo que muchos países se podrían ver beneficiados. Transparencia Internacional considera este tipo de negocios como uno de los tres más corruptos del mundo. Se estima que 22 de los 34 países con menos posibilidades de cumplir los Objetivos del Milenio, están viviendo una guerra o intentando salir de ella. Además se prevé que para el año 2013 cualquier país subdesarrollado tenga una probabilidad de entre seis de que se produzca un estallido de violencia civil en su interior. A pesar de que los Convenios de Ginebra de 1949 hacían alusión al cumplimiento de protección a las personas que se encuentran en áreas de conflicto, la realidad es que después de 60 años sigue habiendo millones de víctimas. En 2005, se volvió a recordar lo importante que es la protección civil, pero siguen siendo muchos países los que no quieren recordar -o no les interesa cumplir- sus promesas. La ayuda humanitaria desciende por la falta de compromiso de la comunidad internacional y la que llega lo hace para cubrir necesidades básicas, no para prevenir otros sucesos violentos o catástrofes.