ITALIA
El presidente italiano encarga formar un gobierno de transición
Por Iara Mantiñán2 min
Internacional03-02-2008
La dimisión de Romano Prodi ha acentuado los grandes males de la política italiana: minorías de gobierno, la mediocracia de Berlusconi y su influencia en los medios de comunicación, así como la caótica ley electoral que hace que siempre ostenten los mismos el poder.
El presidente de Italia, Giorgio Napolitano, debía actuar rápido en la enésima crisis de Gobierno de las últimas décadas en el país. Ésta estaba motivada por la dimisión del primer ministro, Romano Prodi, quien había perdido el apoyo de uno de los partidos que formaban la coalición de Gobierno. Napolitano tenía que decidir entre convocar elecciones o formar un gabinete de transición que permita cambiar la conflictiva ley electoral. Finalmente, el mandatario italiano se ha decantado por esta última opción. “He pedido al presidente del Senado, por su responsabilidad institucional, que verifique la posibilidad de consensos para aprobar un preciso proyecto de reforma electoral y dé apoyo a un Gobierno, que apruebe esta nueva ley y las decisiones más urgentes en algunos campos”, afirmó Napolitano. Por tanto, Franco Marini, el presidente del Senado, es el hombre elegido para desempeñar esta misión que según sus propias palabras va a ser difícil y laboriosa. Las debilidades del Gobierno de Prodi La crisis política de finales de enero y su solución han dejado bien claras las debilidades del sistema italiano que ahora trata de reformarse y, en concreto, del Ejecutivo de Romano Prodi. Entre dichas debilidades figuran: La coalición de Gobierno era objetivamente débil, ya que en el Senado su mayoría era tan escasa que toda votación era un riesgo; Los partidos de la coalición de Gobierno eran muchos y muy heterogéneos, por lo que sobre los temas fundamentales era difícil mantener la cohesión necesaria; El clima político no es muy diferente del que dominó la campaña electoral, el insulto y el desprestigio del adversario son la norma. Parece imposible, pues, por ahora, cualquier diálogo constructivo; El jefe del Gobierno es consciente de esta situación y de su debilidad, aunque ostente optimismo y certezas: no es una casualidad que se considere prioritaria la reforma de un sistema electoral que no ha asegurado la plena gobernabilidad.