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ISRAEL

Un informe oficial sobre el ¬raid¬ en Líbano indulta a Olmert

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura3 min
Internacional03-02-2008

Dicen que cuando el primer ministro israelí, Ehud Olmert, vio la rueda de prensa en la que la Comisión Vinograd leyó el informe de conclusiones sobre el raid lanzado por Israel sobre Líbano en el verano de 2006 casi rompió a llorar. El informe señala que se cometieron "graves fallos y negligencias" en aquella incursión y que Israel "perdió una oportunidad" de acabar con Hezbolá, pero las suaves críticas hacia el primer ministro impedirán que se vea abocado a la dimisión.

La Comisión de investigación formada por cuatro jueces y encabezada por Elihau Vinograd ha pasado casi un año y medio examinando más de 100.000 documentos y entrevistando a más de 75 testigos para redactar las 600 páginas del Informe Vinograd sobre la guerra que Israel lanzó sobre Líbano en el verano de 2006. La Comisión ha detectado "graves errores y negligencias en la toma de decisiones tanto a nivel político como militar" en el raid israelí para acabar con Hezbolá en el sur de Líbano. Tanto el Gobierno como la cúpula militar erraron en su estrategia y convirtieron la incursión en "una oportunidad perdida que no acabó con la victoria (...) de ahí la sensación de decepción en la sociedad". Aunque se matiza que "Israel logró importantes victorias militares y políticas" con aquella guerra, el informe es muy crítico con la cúpula militar: "No dio una respuesta adecuada a las poblaciones de la retaguardia bajo los ataques de misiles y cohetes. El Ejército más poderoso de Oriente Próximo no pudo conseguir una victoria clara sobre los miles de miembros de una guerrilla". En Olmert y en su Gabinete se centran las críticas por la gestión de la incursión en las 60 horas anteriores a que la ONU emitiera la resolución 1701 para el fin de la contienda. Fue en aquel momento cuando el primer ministro, su titular de Defensa, Amir Peretz, y el jefe del Estado Mayor, Dan Jalutz, decidieron lanzar la ofensiva terrestre sobre el sur del país. El Gobierno israelí pretendía así forzar a Naciones Unidas a redactar una resolución más beneficiosa para Israel y que su población percibiera algo de gloria y victoria en aquella confusa guerra contra Hezbolá. Sin embargo, el Informe Vinograd deja claro sus resultados: "La operación terrestre en los últimos días quizás era inevitable pero no consiguió sus objetivos ni todo su potencial". Los grupos de reservistas, los familiares de las víctimas y la oposición conservadora encabezada por el Likud tienen claro lo que este informe significa para Olmert: dimisión. Sin embargo, las suaves críticas que contiene el documento suponen un golpe de aire fresco para el primer ministro, que no se plantea en ningún caso convocar elecciones anticipadas. "No me arrepiento de las decisiones tomadas. Es evidente que se cometieron errores durante la guerra pero se han aprendido las lecciones", aseguró Olmert, quien añadió, para despejar cualquier duda: "Dimitir y convocar elecciones anticipadas es una irresponsabilidad. Estos días hay muchas especulaciones pero relájense. La única fecha de comicios que respeto es la prevista, noviembre del 2010". Peretz y Jalutz ya dimitieron en su momento debido a la presión social y de los partidos opositores, pero Olmert no está dispuesto a hacer lo mismo. En todo caso, su frágil estabilidad depende en este asunto de su actual ministro de Defensa, sustituto de Peretz en el Ministerio y al frente de los laboristas, que derribaron a su predecesor sin compasión tras el resultado de la guerra. Ehud Barak, titular de Defensa, soporta estos días una tremenda presión, con manifestaciones a las puertas de su casa y bajo la atenta mirada de los opositores a Olmert. Prometió que dejaría el Gobierno si se demostraba que la actuación del Ejecutivo había sido irresponsable en la incursión de Líbano, pero de momento no se sabe si dimitirá o continuará al frente del Ministerio. Sin embargo se cree que Barak no abandonará el cargo, porque, como apuntan los cercanos a Olmert, ese informe no justifica la caída de un gobierno. El primer ministro continuará en la cuerda floja hasta las elecciones, vapuleado como está después de sus conversaciones con Palestina y de esa guerra que se cobró más de 1.000 víctimas libanesas, la mayoría civiles, y 163 israelíes. En todo caso, su permanencia, aunque extremadamente debilitado, supone una buena noticia para Oriente Próximo, ya que, de momento, es la única alternativa viable al frente del Gobierno que puede garantizar de alguna forma que el conflicto con Palestina empiece a vislumbrar un final pacífico.