Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ORIENTE PRÓXIMO

El proceso de paz con Palestina debilita a Olmert en Israel

Fotografía
Por Miguel MartorellTiempo de lectura4 min
Internacional20-01-2008

El primer ministro israelí, Ehud Olmert, ha sufrido una nueva bofetada política en su país, donde su imagen está cada vez más deteriorada. Las negociaciones de paz que emprendió con los palestinos hace meses han provocado que los sectores más ultraconservadores de su Gobierno se revuelvan en su asiento. Los nacionalistas del partido Israel Beitenu han anunciado su salida del Ejecutivo de coalición de Olmert y el partido Shas amenaza con seguir sus pasos.

Desde que alcanzara el poder en Israel tras el coma profundo en el que cayó -y en el que continúa- su antecesor, Ariel Sharon, el actual primer ministro israelí se ha postulado como uno de los peor valorados por la población y el más vapuleado por los problemas internos, la mayoría de ellos derivados de una evidente falta de carisma respecto a anteriores jefes de Gobierno. Ehud Olmert no goza de aliados en la cúpula militar israelí -un poderoso estamento en este Estado que lleva prácticamente desde su nacimiento en guerra- donde el sentimiento mayoritario hacia él es de recelo, y el fracaso del raid en Líbano en julio de 2006 no ha contribuido a estrechar unos lazos fundamentales para cualquier primer ministro. Acusado de mantener una postura blanda con los palestinos, sus enemigos se han ocupado de airear a la luz pública supuestos casos de corrupción durante su etapa anterior como ministro y la coalición que formó para gobernar -conformada por cinco partidos israelíes- se ha tambaleado en más de una ocasión por este mismo motivo. Sin embargo, hasta ahora, Olmert no había estado tan contra las cuerdas. Su partido, el Kadima, depende para mantener el Ejecutivo de otras cuatro formaciones, 78 escaños en total en un Parlamento de 120 diputados: el partido de los Jubilados -un poderoso lobby en Israel- el Laborista, los ortodoxos del Shas y los ultranacionalistas de Israel Beitenu. Ha sido esta última fuerza política la que ha abierto la crisis en el Gobierno. El pasado 16 de enero, el líder de la formación ultraconservadora, Avigdor Lieberman, ministro de Asuntos Estratégicos de Olmert, anunciaba que sus 11 diputados retiraban el apoyo al primer ministro y que Israel Beitenu no participará más en el Gabinete israelí. “Las negociaciones basadas en paz por territorios son un error... y nos destruirán”, sentenció Lieberman para justificar su salida del Gobierno. Su partido se ha opuesto desde el principio a las conversaciones de paz con Palestina, y hace unos días ya advirtió: “toda negociación de asuntos de fondo, o de evacuar asentamientos judíos, nos obligará a abandonar el Gobierno”. Esos asuntos a los que se refirió Lieberman no son otros que algunos de los pilares de un futuro acuerdo de paz con Palestina: devolver a la Autoridad Nacional Palestina (ANP) los territorios ocupados -Gaza y Cisjordania- retirar los asentamientos judíos, renegociar las fronteras para devolverlas al estado anterior a la Guerra de los Seis Días (1967) y el estatus de Jerusalén. “Jamás aceptaremos la fórmula de dos estados para los dos pueblos”, aseguró el líder de Israel Beitenu, que considera que el mayor problema actual de Israel, es la existencia de un 20 por ciento de población árabe en suelo hebreo y que podría reclamar la ciudadanía de un futuro Estado palestino y la libre circulación por el que ahora es su hogar, esto es, Israel. “Si volvemos a las fronteras de 1967, todo el mundo debería preguntarse a sí mismo, qué pasará al día siguiente. ¿Se detendrá el conflicto? ¿Se detendrá el terror? Nada cambiará”, añadió Lieberman en la rueda de prensa en la que anunció que sus 11 diputados dejarán a partir de ahora de apoyar al Gobierno de Ehud Olmert, volcado en las conversaciones de paz. Con 67 escaños, el primer ministro israelí todavía tiene margen de maniobra, pero no puede perder de vista a los ultraortodoxos del partido Shas, que tiene 12 legisladores en el Parlamento. Su líder, Eli Ishai, ya advirtió de que no aceptará ninguna negociación respecto a los barrios árabes de Jerusalén Este, que los palestinos reclaman para sí. En los últimos meses, el estatus de Jerusalén ha vuelto a ser un asunto sobre la mesa de las negociaciones, después de que Olmert y alguno de sus colaboradores más cercanos admitiesen que los barrios árabes de la capital tendrían que ser traspasados a los palestinos irremediablemente. El revuelo causado en Israel por estas declaraciones ha hecho que Olmert tome decisiones contrarias a su idea inicial, como la construcción de nuevos edificios habitados por judíos en esa parte de la Ciudad Santa. Si finalmente Jerusalén se convierte en parte del pastel a negociar con los palestinos -algo más que previsible ya que es uno de los preceptos recogidos en la manida Hoja de Ruta- el partido Shas y sus 12 diputados abandonarán también el Gobierno y dejarán a Olmert en minoría. La única solución entonces, sería adelantar la cita con las urnas, donde el actual primer ministro de Israel podría pasar serios apuros.