Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ETA

Otegi aprovecha las palabras de Zapatero para incrementar sus exigencias

Por Nacho Fernández Tiempo de lectura1 min
España18-11-2006

El proceso de negociación con ETA sigue inmerso en el túnel de incertidumbre de las últimas semanas. Tras las palabras de Zapatero en las que advirtió de la inconveniencia de algunas decisiones judiciales, la izquierda abertzale reapreció con nuevos actos de violencia callejera al tiempo que insiste en sus objetivos de autodeterminación y separatismo.

Los esfuerzos del presidente por alcanzar el fin de la violencia etarra no terminan de recoger los frutos esperados. En el País Vasco, la kale borroka no cesa en sus actividades, algo que quedó patente tras el intento de quema de dos policías municipales en Bilbao. A esto hay que sumarle también el ataque con pintura roja y amarilla a las batzokis (sedes sociales) del PNV en los barrios bilbaínos de Santuxu, San Inazi y Durango. Pese a todo, Zapatero reconoce que no pierde la esperanza y aseguró que “por encima de todo” seguirá intentando que el proceso finalice con éxito. En la otra cara de la moneda, la izquierda abertzale continúa con sus exigencias al Gobierno de Zapatero. El portavoz de la ilegalizada Batasuna, Arnaldo Otegi, advirtió de que "de la crisis se puede salir de dos maneras: o explota y vamos todos hacia atrás, que es una opción que yo creo que nadie quiere; o el proceso sale reforzado". Los abertzales se han encargado de recordar a Zapatero el costo electoral que puede tener el devenir de las negociaciones. Su objetivo es mantener en centro del debate político sus reivindicaciones históricas de territorialidad y autodeterminación. Zapatero lo tiene claro y afirma que el "proceso" es "una tarea que nos va a costar y nos va a costar algo más de cuatro meses que es el tiempo que hace desde que fui al Congreso para decir que estaba en disposición de contrastar si ETA tenía voluntad de dejar las armas". Han pasado más de tres años desde el último asesinato de los separatistas vascos. Sin embargo, el Gobierno sigue buscando la prueba irrefutable que verifique que la banda está dispuesta a abandonar las armas definitivamente.