ETA
Batasuna quiere más, pero la Justicia y el Gobierno marcan el camino
Por Antonio Pérez4 min
España28-05-2006
La carrera a contrarreloj ha comenzado y los distintos agentes involucrados mantienen un fuego cruzado de exigencias y peticiones para que el denominado “proceso de paz” continúe adelante. Los dirigentes de Batasuna pretenden una especie de tregua judicial para defender su papel como intermediadores, pero el juez Grande-Marlaska no está dispuesto a concederles el beneficio de la duda.
En los últimas semanas es como si la Audiencia Nacional se hubiera convertido en la segunda residencia de algunos dirigentes de la ilegalizada Batasuna, a juzgar por el número de ocasiones en las que líderes como Arnaldo Otegi pasan por las instancias judiciales. Es el pez que se muerde la cola, ya que el hecho de que su partido esté fuera de la ley provoca que cualquier declaración pública o cualquier manifestación bajo sus siglas ponga en guardia a la Justicia para exigir responsabilidades. Aunque desde el PNV ya han hecho hincapié en que “os autos judiciales “no van a ayudar al proceso de paz”, esta semana está previsto una nueva comparecencia ante el juez Fernando Grande-Marlaska (al que el número dos del PP, Ángel Acebes, ha felicitado públicamente por su trabajo de las últimas semanas), que podría concluir con el ingreso en prisión de algunos destacados líderes abertzales. El miedo –tanto de Batasuna como del Gobierno- a que los interlocutores políticos del “proceso de paz” terminen en prisión ha obligado a tomar posiciones para que el alto el fuego indefinido no se convierta en papel mojado. Para solucionar sus causas pendientes con la Justicia y que cada nueva convocatoria no se convierta en un calvario para el partido ilegalizado, el ministro de Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, les ha recordado que “quién está fuera del juego ha de entender que si quiere estar en el juego hay unas reglas y tiene que cumplirlas”. Este aviso sería una interpelación directa para que la formación de Otegi condene la violencia y se presente con un nuevo nombre con el objetivo cumplir con la Ley de Partidos. Además, sería un requisito sine qua non para que el partido de la izquierda abertzale pueda concurrir legalmente en las próximas elecciones, uno de los objetivos a corto plazo que tiene Batasuna. Mientras tanto, sus dirigentes emplazan a las autoridades a la creación de una mesa negociadora, y para ello ya han presentado a las personas que les representarían en esos hipotéticos encuentros. Además, Pernando Barrena, uno de los principales líderes de Batasuna, ha criticado que el Gobierno sólo busque “el mero desarme”. Mantiene que el PSOE y el Ejecutivo están bloqueando el proceso que, a su juicio, se encuentra en una situación “muy delicada”. Precisamente esa facilidad con la que Batasuna se presenta ante los medios de comunicación explicando el procedimiento que se debe seguir ha provocado las críticas de determinados sectores del PP, que consideran intolerable el hecho de que los dirigentes de un partido ilegalizado decidan cómo y cuándo se debe desarrollar el proceso. Mientras tanto, el líder de la oposición, Mariano Rajoy, ha insistido en el apoyo al Gobierno para verificar si la banda está dispuesta a dejar las armas. Vísteme despacio... Mientras en Batasuna pretenden comenzar el proceso, el Gobierno y su presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, ha preferido dar los pasos con pies de plomo para contar con el mayor consenso posible a la hora de hablar con ETA. Precisamente después del Debate sobre el Estado de la Nación pretende convocar el Pacto Antiterrorista –del que tan sólo forman parte el PSOE y el PP, los dos partidos con posibilidades reales de gobernar en España- para determinar los siguientes movimientos. Si hasta el momento el Ejecutivo ha actuado sin prisa, pero sin pausa, los envites del entorno abertzale han comenzado a calar en La Moncloa. Ante la posibilidad de que el proceso se estanque, Zapatero ha decidido solicitar cuanto antes el permiso del Congreso para entablar negociaciones con la banda terrorista. Este hecho podría tener lugar después del Debate –en el que, en un principio, los dos principales partidos no utilizarán el proceso de paz como arma arrojadiza- y de la reunión del Pacto Antiterrorista. Si saliera adelante, el presidente tendría el camino libre para comenzar el diálogo con ETA. Así se lograría la búsqueda de una situación real de paz, en primer lugar, para después atender a la negociación política, algo que han defendido todas las agrupaciones políticas con la excepción de Batasuna, que aboga por la creación de dos mesas paralelas: una entre el Gobierno y ETA y otra entre las formaciones políticas para debatir el futuro del País Vasco.