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DONACIÓN DE ÓRGANOS

Una vida continúa donde otra llega a su fin

Por Elena R. BlázquezTiempo de lectura2 min
Sociedad08-06-2005

Por cada órgano donado se puede salvar una vida. Este milagro ocurre gracias al trabajo rápido y sistemático de los equipos de coordinación de transplantes. Ellos ayudan a los familiares del donante a encontrar el sentido positivo de una trágica pérdida.

Esta historia con final feliz comienza de forma triste: sólo los pacientes en estado de muerte cerebral o de parada cardiorrespiratoria pueden donar todos sus órganos y tejidos. Ante la sospecha de estas situaciones inmediatamente se debe avisar al equipo de coordinación de transplantes. Ellos controlan diariamente las unidades en las que se pueden generar posibles donantes: revisan las listas de ingresos en el servicio de urgencias de los hospitales y examinan los servicios de ambulancias y las unidades que atienden, rescatan y trasladan pacientes gravemente enfermos, como UVI. Un diagnóstico clínico y una exploración neurológica constatan el cese irreversible de las funciones respiratoria, circulatoria o cerebral. Pero el paciente sigue recibiendo la misma atención que cualquier otro enfermo ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) para cubrir sus necesidades fisiológicas y el mismo examen médico para determinar la viabilidad de sus órganos. Mientras, los coordinadores de transplantes se reúnen con los familiares del paciente y les ayudan a aceptar su pérdida, mostrándoles la donación como una perspectiva de generosidad y solidaridad ante el dolor. Se dispone de muy poco tiempo para lograr el consentimiento -un máximo de dos o tres horas- ya que un retraso conlleva alargar todo el proceso posterior, que tarda de 12 a 14 horas tras la comunicación a la Organización Nacional de Transplantes (ONT). En este momento se inicia el proceso de conservación, infundiendo a través del sistema circulatorio soluciones que lavan y enfrían los órganos. Así se preparan para su extracción. Este siguiente paso requiere la actuación de varias disciplinas quirúrgicas que intervienen de forma simultánea, cuya coordinación planifica el equipo de transplantes: dos equipos de cirugía, tres de extracción, un anestesista, más el ATS instrumentista y el personal de enfermería, auxiliares y celadores. El tiempo máximo que los órganos permanecen sin circulación sanguínea varía: desde cuatro horas para el corazón hasta más de veinte para un riñón. Por ello los órganos sólidos se sumergen en una solución fría para conservarlos y se preparan para su implante con una nueva cirugía llamada "de banco". Finalmente el órgano se introduce en un recipiente estéril, después en una doble bolsa estéril y se coloca en un contenedor isotérmico, rodeado de hielo, para su transporte al lugar de destino donde será implantado. Aquí surge un problema: el rechazo. El sistema inmunológico del paciente receptor destruye el órgano implantado porque no lo reconoce como propio. Para evitarlo se administran fármacos que disminuyen la capacidad defensiva del organismo (inmunodepresores) y se aísla al paciente de visitas externas. Cuando salga del hospital podrá continuar con su vida e incluso mejorarla.