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ANÁLISIS DE INTERNACIONAL

Rusia come otra pieza del tablero

Fotografía

Por Isaac Á. CalvoTiempo de lectura2 min
Internacional27-11-2018

Rusia vuelve a demostrar que ha regresado del ostracismo para quedarse y para ser uno de los actores principales en las relaciones internacionales. Las políticas nacionalistas e imperialistas de Vladímir Putin están dando sus frutos, y el Gobierno ruso ha dejado de ser la comparsa que fue durante los años posteriores a la caída del bloque soviético.

El encontronazo de hace unos días con Ucrania es fruto de la situación vivida en 2014, cuando Rusia se anexionó de forma unilateral la península de Crimea y dejó a los ucranianos sin uno de sus territorios en una zona estratégica. La comunidad internacional no tuvo más remedio que mirar para otro lado y se limitó a imponer sanciones a Moscú. Estas, prácticamente, no sirven de nada, ya que los beneficios obtenidos por Rusia son mucho mayores que el precio que debe pagar.

Ahora, con el incidente naval entre buques ucranianos y rusos en aguas del Estrecho de Kerch, que son de utilización conjunta, pero que Rusia se arroga su territorialidad después de lo sucedido en Crimea, vuelve a ejemplificar la superioridad de Moscú. Estados Unidos y sus aliados protestarán enérgicamente y Ucrania podrá declarar el estado de excepción, pero nadie en su sano juicio va a enfrentarse a las tropas rusas porque es prácticamente un suicidio, tanto por su número como por su potencia bélica.

Mientras tanto, se buscará la forma de compensar a Ucrania de alguna manera, ya que este suceso también sirve para recordar que el este ucraniano está en una situación bélica en la que varias zonas quieren formar parte de Rusia y cuentan con el apoyo encubierto del Kremlin.

Si todo sigue la lógica, este incidente en aguas del Estrecho de Kerch se quedará en eso, en una demostración de fuerza rusa, en una consolidación de su expansionismo territorial y en un recordatorio de que Rusia, al igual que otras grandes potencias, puede hacer lo que quiera, siempre que no se superen unos límites, y está claro que este caso en Ucrania no los supera.

Fotografía de Isaac Á. Calvo

Isaac Á. Calvo

Licenciado en Periodismo

Máster en Relaciones Internacionales y Comunicación

Editor del Grupo AGD