ANÁLISIS DE LA SEMANA
El Papa abuelo
Por Almudena Hernández
1 min
Sociedad19-10-2003
Tiene el rostro cansado por el paso del tiempo, las manos curtidas por las dificultades de la vida y la mente abierta por el conocimiento de infinitas gentes, de lugares diversos y culturas escondidas. Muchos quieren que se vaya pero no se sabe por qué permanece ahí, vigilado muy de cerca por las cámaras, que esperan la noticia. Quizás la explicación esté en su propia existencia, en el para qué de su vida. Pero sigue. El abuelo Papa continúa con los fichajes de la alineación de los altares. El último, Teresa de Calcuta, la monja de los pobres, que supo ver amor, el Amor, en el rostro de los más desfavorecidos. Si Juan Pablo II alimentó con el pan de la esperanza, ella buscó consuelo cuando no encontró pan para los estómagos, la paz para los que no tenían siquiera ni dónde morir. Este Papa abuelo que ahora aparece frágil, ha sido un hombre de ideas firmes y de críticas directas a la sociedad del siglo XX. Estuvo atento a los cambios del mundo, también cambió un poco el mundo, e intentó reclamar un sitio para quienes son ciudadanos de ninguna parte. Salvó las distancias, y sin necesidad de subir al cielo visible de los hombres, su espíritu fue joven cuando se acercó a quienes podrían ser sus nietos.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo