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Las primarias del Likud dejan un rastro de violencia en Oriente Próximo

Por Vicente García GandíaTiempo de lectura2 min
Internacional30-11-2002

La guerra que se libra en Oriente Próximo entre palestinos e israelíes elevó a 2.728 el número de personas asesinadas o "martirizadas" en esta última Intifada. Todo coincidiendo con las primarias del Likud y con los atentados contra intereses israelíes en Kenia atribuidos a Al Qaeda.

Los servicios de inteligencia de Sharon lo sabían: Hamás, el Frente Popular de Liberación, la Yihad Islámica o las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa preparaban algo importante para el día decisivo de la campaña electoral israelí. La semana en la que se confirmó el liderazgo de Sharon en las primarias del Likud, la violencia en la calle elevó el número de víctimas de la última Intifada a 2.728a. Antes del atentado en el colegio electoral, en una jornada en la que los cerca de 300.000 afiliados del Likud tenían que decidir si apostaban por un cambio a Netanyahu o se mantenían fieles a Sharon, ya el martes se había producido el que sería el desencadenante de este ataque palestino del jueves. El segundo día de la semana, un F-16 bombardeaba una casa del campo de refugiados de Yenín y acababa con la vida de Imad Mashraqui, el jefe militar de Hamás en la región, y también de Alah Saber, en este caso, responsable de las Brigadas de Al Aqsa. En aquel momento y para confirmar las sospechas de la Inteligencia israelí, Al Fatah lo dejaba claro: "No habrá un cese de los atentados tras estos asesinatos"; en efecto, la muerte "selectiva" de sus compañeros auguraba represalias seguras aprovechando la cita con las urnas con motivo de las primarias del Likud. En efecto, el brazo armado del partido liderado por Arafat "justificaba" el atentado en el colegio electoral para vengar el "asesinato selectivo" de dos de sus máximos líderes en Yenín. Dicho y hecho, tres miembros de las Brigadas de Al Aqsa se acercaron hasta la localidad de Beit Shean, junto a la frontera norte entre Israel y Jordania, abrieron fuego de forma indiscriminada y consiguieron acabar con seis israelíes antes de que agentes de la Policía los abatiera. Sólo un día antes, el miércoles, moría otro terrorista al explotar el coche bomba en el que circulaba a toda velocidad frente a la entrada de la oficina de enlace palestino-israelí en Gaza, que se encuentra desocupado. Pero la violencia estaba presente desde comienzos de la semana pasada. Era todavía lunes cuando militares israelíes acababan con la vida de un niño de ocho años que les lanzaba piedras. Danny Naveh, ministro de la Administración israelí pero sin Cartera, declaraba entonces que "los responsables únicos e inequívocos de que existan víctimas entre los niños son los terroristas palestinos que desde el inicio de la Intifada hace más de dos años han explotado a los niños de manera cínica para sus actividades terroristas". En su opinión, "la diferencia entre los niños palestinos e israelíes es que éstos son educados en un sistema que se basa en valores como la paz, la reconciliación, la democracia, el pluralismo, la tolerancia. Los niños palestinos, por su parte, son educados desde el odio ciego, el deseo de matar judíos, desde la negación al reconocimiento al derecho a existir del Estado de Israel".

Fotografía de Vicente García Gandía