Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

SIN CONCESIONES

Ángeles Urbanos

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura3 min
Opinión14-09-2016

¿Recuerdas a Aylan? ¿Recuerdas su cadáver tumbado boca abajo en una playa de Turquía? ¿Recuerdas sus manitas inertes de tres años? Seguro que tus ojos aún sollozan al recordar la fotografía que conmovió al mundo entero hace poco más de un año. Aylan Kurdi rasgó nuestro corazón con la misma crueldad que una puñalada por la espalda. Cada semana mueren muchos Aylan en las costas del mar Mediterráneo, aunque apenas les prestamos atención. Más cerca de nosotros también hay otros Aylan que de repente una mañana aparecen sin vida tendidos sobre el suelo. No es una afirmación genérica, sino información contrastada de un caso real.

El nombre de la criatura es secreto. Lo siento, son restricciones legales. Podría llamarse Diego, Jesús, Mario o quizás Alberto. Yo prefiero apodarle Aylan de San Blas. Murió en invierno. Era un bebé de apenas ocho meses. Por la noche se durmió sobre el suelo arropado junto al cuerpo de su hermano. Los dos compartían una pequeña manta. Pero el gélido frío de la ciudad entumeció sus huesos y, entre sueños, el mayor tiró de forma instintiva de aquel trozo de lana. El bebé quedó al descubierto, desnudo ante la gélida soledad de la noche y, lo que es peor, ante la muerte más incompasible. Al despertar, sus padres lo hallaron sin respiración y sin latido. Tumbado boca abajo, como Aylan. Muerto sobre unos azulejos.

Esta es la historia de una muerte que jamás debió ocurrir. El relato penetra en mis oídos a través de la voz apesadumbrada de Angelines, conmovida todavía por el recuerdo de aquella mañana. El bebé murió en el barrio de San Blas, en un piso de familias sin recursos a las que ayuda a pagar el alquiler para evitar que queden en la calle. Los ojos de Angelines brillan de emoción al recordar aquel triste suceso. Hace años fundó una asociación que atiende a más de medio centenar de familias sin recursos y a niños con problemas educativos o de salud. Angelines hace mérito a su propio nombre, es un ángel de la ciudad. Socorre a los pobres de Madrid siguiendo el ejemplo de la madre Teresa de Calcuta, a la que conoció cuando colaboraba en comedores sociales. De la santa aprendió la máxima "Da lo que tengas, haz lo que puedas y grita al cielo, que te pondrá ángeles". La monja recientemente canonizada es su fuente de inspiración. Aplica al pie de la letra su receta de las 3C de entrega a los pobres: darles casa, comida y cariño. Tanto es así que Angelines gastó una herencia personal en reformar un local para atender a más desamparados y con su pensión paga la luz de los vecinos en riesgo de desahucio.

Usó una herencia personal para atender a más pobres y con su pensión paga la luz de vecinos en riesgo de desahucio
Angelines se levanta de madrugada todos los días. Antes de que salga el sol acude a Mercamadrid para recoger la comida que nadie quiere comprar. La traslada en furgoneta hasta su casa y con ella alimenta a decenas de personas. Angelines sólo come una vez al día y entrega las demás raciones a los niños. Angelines ayuda a otros pero apenas recibe ayudas. Su organización Ángeles Urbanos necesita fondos inmediatamente para adecuar un nuevo local de asistencia social. Quiere dar cobijo a más personas que han perdido todo por culpa de la crisis económica. Necesita acometer las obras antes de que comience el invierno. Antes de que el frío provoque más desgracias, como la de Aylan de San Blas. Por fortuna o más bien por obra el Cielo, existen personas como Angelines. Ella es un ángel de Dios de los que casi no quedan. Merece nuestro granito de arena. Aquí tienes el modo de ayudarla.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito