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SIN CONCESIONES

A mis amigos atléticos

Fotografía

Por Pablo A. IglesiasTiempo de lectura4 min
Opinión03-06-2016

Mentiría si escribiera que siento pesadumbre por la final de la Liga de Campeones. Mentiría si tratara de teatralizar que siento vuestro dolor. Mentiría si quisiera ser compasivo. Podría mentir pero nunca miento. Odio las falsedades, las hipocresías y las dobleces. Lo que voy a decir no es por parecer simpático ni por simular que soy buena persona. Tengo muchos defectos y uno de ellos, como mis padres me reprochaban de niño, es que con frecuencia me identifico con causas perdidas. Aún así siento pasión por lo grande y en el fútbol no hay nada más grande en un siglo de vida de este deporte que el Real Madrid.

La Undécima agiganta la leyenda madridista. Lo que parecía un mito en la década de los 80, mientras algunos corríamos en el parque con una pelota, se ha convertido en realidad en menos de dos décadas. Cinco Copas de Europa ganó el Real Madrid de Alfredo di Stéfano y cinco Ligas de Campeones ha ganado el inmaculado merenguismo en lo que tarda una persona en alcanzar la mayoría de edad. Cinco, nada más y nada menos, entre 1998, 2000, 2002, 2014 y 2016. Tres en años alternos al cambiar de siglo y de milenio. Otras dos a ritmo similar en la época dorada del Messias. Once, sumada la yeyé. Nada más y nada menos. Y lo que falta por venir...

Confieso que perder la Champions habría sido doloroso, porque perder siempre causa desazón y más aún cuando pierdes aquello que por naturaleza te corresponde. No obstante, en esta ocasión perder ante el Atlético de Madrid habría sido ligeramente reparador. A muchos madridistas no nos importa reconocer que este Atlético del Cholo Simeone, de Koke y de Juanfran, de Torres y de Grizman, merece la Champions. No esta final, pero sí el torneo y desde luego sí merece entrar en la Historia dorada de este deporte. No ha sido ahora pero ojalá sea al año que viene y que el Real Madrid repita en 2018 para cuadrar seis supertrofeos en dos décadas.

Hace dos años perder la Décima ante el Atlético hubiera supuesto un trauma, un ridículo y una vergüenza. Ahora hubiera sido un gesto de solidaridad con el humilde y casi una obra de justicia porque el Atlético no merecía perder y menos aún en la lotería de los penaltis. Pero el destino es caprichoso hasta el punto de que la Undécima tenía que ganarse desde los once metros, primero con el fallo de Griezman en el tiempo reglamentario y finalmente con el gol decisivo de Cristiano Ronaldo. Nada es casual en la vida. Todo tiene una razón, aunque no siempre la entendamos o incluso la encontremos.

La vida es caer y levantarse para volver a caer y levantarse de nuevo. Quien siempre triunfa poco valora y disfruta menos. El éxito sabe mejor tras el esfuerzo, la superación y la gesta, como sucedió con la Décima en Lisboa. Como ha entendido el vestuario esta temporada desde que llegó Zinedine Zidane. El francés ha devuelto al Real Madrid un estilo esencial y un señorío propio de la Historia del club. El equipo blanco siempre ha conquistado la Copa de Europa cuando la caballerosidad regía en el banquillo. Ahí están Miguel Muñoz, Vicente del Bosque, Carlo Ancelotti e incluso Jupp Heynckes como pauta de una forma de gobernar egos desbordados y de canalizar talentos sobresalientes. Con la pasión y el istrionismo de Mourinho quedó tres veces a las puertas pero en ninguna venció. Mereció más que el Barcelona en aquella semifinal destrozada por un colegiado y también en la posterior del penalti a las nubes de Ramos. El árbitro y la suerte son sólo instrumentos para que se cumpla la Historia. Ayer y hoy. Con perspectiva, el destino se entiende mejor y se disfruta más. No es sólo fútbol. Es la vida en estado puro.

Hubiera llorado en caso de derrota en Milán, pero al mismo tiempo hubiera sentido la paz de ver al fin feliz al vecino colchonero. Creo que el 80% de los madridistas lo sabemos y muchos no tenemos reparo en reconocerlo. Porque junto al éxito sempiterno si algo define al Real Madrid de las once Copas de Europa es señorío, saber perder ante rivales dignos y tener la certeza de que si hoy no se gana será mañana. Si no repite al año siguiente, será al posterior. Amigos atléticos, os deseo este sentimiento para que saboreeis la miel del éxito mayúsculo y la embriaguez del éxtasis. Ahora gozo de placer con el triunfo. Pero cuando os corresponda el turno, me alegraré con sinceridad por vosotros.

Fotografía de Pablo A. Iglesias

Pablo A. Iglesias

Fundador de LaSemana.es

Doctor en Periodismo

Director de Información y Contenidos en Servimedia

Profesor de Redacción Periodística de la UFV

Colaborador de Cadena Cope en La Tarde con Ángel Expósito