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ANÁLISIS DE CULTURA

El fin del mundo

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura2 min
Cultura05-12-2012

Año 2000. El “error del milenio”, o el “efecto 2000”. Pánico ante el colapso de los sistemas informáticos del mundo entero. Los bancos perderían los datos de todos sus clientes. La electricidad dejaría de llegar a los hogares y a nosotros se nos atragantarían las uvas, mientras que el Gobierno no las probaría, al menos no con la familia, encerrado en un gabinete de crisis que duró 60 horas y un gasto para evitar el fin que ascendió nada menos que a 60.000 millones de pesetas. Y resultó que no se rompieron ni los ordenadores ni los cajeros y pasadas las 12 todo estaba entero. Y como la sociedad es así de apocalíptica y masoquista, ahora juega con otra nueva fecha, el 21 de este mes de diciembre. Si hubiera una razón por la que se le ha dado tanto bombo a la cuestión del fin del mundo sólo se le ocurre a una pensar en puro marketing para engañar a los más ingenuos. “El mundo llega a su fin, ¿cuál será tu último deseo? ¡hazlo realidad!” es el primer resultado a la búsqueda en google de “fin del mundo”. En otra página web aparece un “ranking de amenazas” que, a modo de curiosidad, lideran las inundaciones y los huracanes. Y así una larga lista de pruebas de una profecía, véase estafa. Si los propios mayas levantaran la cabeza puede que nos tomaran por auténticos desquiciados, y por qué no decirlo, idiotas. El fin del mundo, para desgracia de muchos, puede esperar un poco más, porque las últimas tablas astronómicas encontradas describen el ciclo de la Luna y los planetas mucho más allá de 2012. Dejando de lado esta corrección, lo más importante es que la habladuría popular se ha saltado a la torera lo que avisaba esta tribu: de un cambio de ciclo o de un acontecimiento importante, que no tiene por qué significar que saltemos por los aires. Ante el aluvión de mensajes que muchos aturdidos y desesperados han mandado a la NASA, a los que el miedo les lleva a no dormir o incluso a pensar en el suicidio, los científicos se han visto obligados a dejar claro que el mundo no se acaba. Y lo más fuerte del caso es que los más astutos han elegido un destino como refugio. Se trata del pico de Bugarach, una cumbre de 1.231 metros situada en el sur de Francia, y que algunos creen que les hará escapar del cataclismo. La realidad es que los terrenos allí han multiplicado su precio, así que he aquí una nueva burbuja inmobiliaria. El tema da mucho juego y más arriba está la prueba de ello. Ahora sólo queda esperar y comprar un décimo de lotería. Puede que las probabilidades de ganarla el 22 de diciembre sean más altas y satisfactorias.

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press