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CREAR EN UNO MISMO

¿Para qué sirve el bosón de Higgs?

Fotografía

Por Álvaro AbellánTiempo de lectura3 min
Opinión10-07-2012

Si nos ponemos precisos, tal y como mandan los cánones científicos, debemos decir que el pasado 4 de julio se anunció la observación de una partícula “compatible con el bosón de Higgs”, es decir, que los científicos han visto algo que, con el noventa y nueve coma nueve y muchos otros nueves por ciento de posibilidades, se corresponde con lo que el físico Peter Higgs dedujo que debía de existir, conforme a los postulados del modelo estándar de la física actual. Si esto se confirma en los próximos meses, estamos ante un grandísimo descubrimiento. El bosón de Higgs es a la Física lo que el ADN a la Biología. Si las otras partículas diminutas son como los ladrillos de la materia, el bosón de Higgs sería algo así como el cemento. Él explica el origen de la masa de las partículas -un concepto muy popular, pero un misterio para la Física- y la inercia y, en cierto modo, la consistencia del universo. Es llamado también la partícula de Dios o la partícula Dios porque, según los expertos, gracias a ella podemos explicar el segundo después del Big Bang. El campo de Higss -pues en microfísica las partículas funcionan a la vez como corpúsculos y como ondas o campos- sería lo primero inmediatamente posterior al Big Bang y lo inmediatamente anterior a la aparición de las cuatro fuerzas fundamentales (la nuclear débil, la nuclear fuerte, la electromagnética y la gravitatoria). Ya sabemos que unificar esas cuatro fuerzas en una sola fórmula es lo que ha traído de cabeza a los físicos del último siglo. Seguramente ni usted ni yo acabamos de entender bien esto del bosón de Higgs, aunque las explicaciones para profanos nos parezcan fascinantes y hasta inspiradoras. Seguramente, en algún momento, entre tanta alegría y festejo científico, nos preguntemos: ¿y para qué demonios sirve esto del bosón de Higgs? La pregunta es, en cierto modo, impertinente. No sólo porque estamos de celebración y, en ese sentido, resulta igual de impertinente que la pregunta: “Y con la Eurocopa, ¿se va a acabar la crisis?”. Resulta impertinente por otra cuestión: lo que aquí celebramos es una victoria de la inteligencia. Mejor dicho: celebramos que, una vez más, la inteligencia del hombre y los misterios del universo se han encontrado. Celebramos nuestra capacidad para penetrar en el misterio de lo real. Celebramos que hemos perseverado en una hipótesis razonable de sentido y hemos acertado. A los aguafiestas, los utilitaristas y los pragmáticos les diéremos sólo dos cosas. La primera, que la inversión en el superacelerador de partículas del CERN que ha hecho posible este descubrimiento es de más de 4000 millones de euros. Que se invirtió ese dinero sin seguridad en que habría un retorno de la inversión. Que esa inversión se ha recuperado, y que los beneficios se multiplicarán. Que estos resultados revolucionarán la física –y nuestra vida cotidiana- hasta extremos que aún ni los físicos sospechan. Que Europa vuelve a estar en lo más alto de la Historia de la Ciencia. Y les diremos, finalmente, que estamos en condiciones de decir esto porque hubo un grupo de científicos que no fueron pragmáticos, ni utilitaristas, ni aguafiestas. Hubo un grupo de científicos que dedicó su vida al saber por el saber. Que formuló hipótesis y pasó más de 40 años luchando por encontrar la respuesta. Y punto. Las lágrimas de Higgs, que ha visto confirmada su hipótesis de la mano de otros colegas, lo decía todo. Crear en uno mismo implica una grandeza clave e inicial: no tener miedo al fracaso y entregarlo todo por una causa mayor que uno mismo, sin esperar nada a cambio. Esa es la actitud que, desde la antigua Grecia hasta hoy, ha generado lo que llamamos verdaderos hombres libres.

Fotografía de Álvaro Abellán

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Doctor en Humanidades y CC. Sociales

Profesor en la UFV

DialogicalCreativity

Plumilla, fotero, coach