Esta web contiene cookies. Al navegar acepta su uso conforme a la legislación vigente Más Información
Sorry, your browser does not support inline SVG

ACHIQUE DE ESPACIOS

Dios viste de amarillo y rojo

Por Nacho García BarcoTiempo de lectura2 min
Deportes31-03-2002

Dicen los que entienden de fútbol sala que el día que Dios inventó este deporte lo pintó de amarillo y azul, lo hizo bailar a ritmo de samba y lo puso a hablar en brasileño. Pero de eso hace mucho, porque hoy el hermano pequeño del fútbol viste de rojo, habla castellano y lo mismo te baila flamenco, una jota o un chotis. Hoy, hablar de fútbol sala es hablar de España, la mejor selección del mundo a fuerza de demostrarlo con argumentos en el momento justo y en el sitio adecuado. Desde finales del año 1999, Brasil ha perdido la noción del tiempo. Lo que en principio parecía un mal sueño, más fruto de un mal día propio que de las excelencias del rival, ha pasado a convertirse en parte de la rutina reciente. Brasil se hizo con un nombre igual que sus hermanos mayores en fútbol, es decir, a base de títulos, de fantasía, de talento, de fútbol de calidad. Con el tricampeonato mundial en el bolsillo, los cariocas se creyeron dioses imbatibles. En ésas estaban cuando apareció una selección que fue creciendo a pasos de gigante, que aprendió pronto lo bueno y lo malo de todos, también de los brasileños, y que a día de hoy la ha dejado atrás. España, de la mano del sabio Javier Lozano, derrumbó al gigante carioca en la final del Mundial disputado en Guatemala, en la final del torneo FIFA en Singapur y, ahora en la final del torneo del Centenario disputado en Madrid. Todo eso ha llevado a España a desbancar a Brasil del trono mundial. La selección de Lozano juega a tenerlo todo atado y bien atado. Es de esos equipos con todo aprendido de memoria, con una hornada de jugadores excelente, con unos amplios conocimientos en los fundamentos de ataque y defensa que han igualado al equipo español con los brasileños. Aunque el historial de resultados sigue siendo favorable a los amarillos, Brasil ya no es la misma cuando tiene delante a España. Las ganas de revancha con la que afronta cada partido, por la derrota en el anterior, le da un toque épico a cada choque. Con la prepotencia por los suelos y el amor propio destrozado, Brasil y el fútbol sala caminan por nuevos derroteros. Y eso se lo debemos a España, la mejor del mundo pese a quien pese. Ahí están los resultados.

Fotografía de Nacho García Barco