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ROJO SOBRE GRIS

Corazón de mendigo

Fotografía

Por Amalia CasadoTiempo de lectura1 min
Opinión19-09-2011

Había leído en no sé qué sitio una frasecilla de esas, al parecer firmada por Rabindranath Tagore: “El hombre que ha de mendigar amor es el más mísero de todos los hombres”. Me asaltó la curiosidad sobre qué significaba exactamente la palabra “mendigar”. El diccionario decía: solicitar el favor de alguien con inoportunidad y hasta con humillación. Sentí que necesito un corazón de mendigo. Me acordé de una mujer con la que hablé la primera vez que se lanzaba a la calle a pedir. La recuerdo perfectamente, temerosa, llorando, haciendo esfuerzos por acercarse a la gente y retrocediendo sin llegar a finalmente abordarlos. Estaba en plena calle Serrano, frente a la exhuberancia de sus escaparates transparentes. Pensé que aquella mujer estaba enferma, que quizás se habría perdido. Me acerqué. Un corazón de mendigo sediento hace fiesta por cada gota de agua. Cada pequeño detalle, insignificante en la rutina, despliega ante él toda su hermosura. Y el corazón de mendigo es capaz de beberse toda esa belleza precisamente porque se sabe pobre y profundamente necesitado. Yo quiero un corazón preparado para descubrir el valor infinito de cada detalle, para saborear el milagro de recibir cada una de las cosas que no disfruto de la vida porque doy por hecho que las tengo, o que las merezco, o que tengo derecho a ellas. Mendigo un corazón de mendigo.

Fotografía de Amalia Casado

Amalia Casado

Licenciada en CC. Políticas y Periodismo

Máster en Filosofía y Humanidades

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