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ANÁLISIS DE CULTURA

La incómoda herencia de Sinde

Fotografía

Por Marta G. BrunoTiempo de lectura3 min
Cultura19-09-2011

La ministra González-Sinde aprovecha el Festival de Cine de San Sebastián para anunciar dos cosas: su adiós a la política para dedicarse a lo suyo, es decir, el cine y para anunciar que a la industria española no le va tan mal. Que pese a vivir un momento de “vacas flacas”, la cuota del cine español está en el 18%. Hay que salir por la puerta grande. Pero desmenucemos aquí por qué se la podrá recordar y su importante conflicto de intereses que la han minado de manera considerable. Antes de que llegara al Ministerio, en 2009, los protagonistas del celuloide español estaban más que disgustados con la mala situación que vivía el cine español. Corrieron ávidos al ex ministro Cesar Antonio Molina para expresarle su descontento. Entre ellos estaban Fernando Trueba, José Luis Borau, o Alex de la Iglesia. Y entre ellos también nuestra protagonista, entonces como directora de la Academia del Cine. Zapatero pensó en ello. Pese a que tenía poca idea sobre órdenes ministeriales, Sinde sí servía como reclamo progresista y como un guiño a los cineastas, molestos por los principios de la Ley del Cine. Sabía que daría qué hablar, dado su carácter testarudo y soberbio, con ligeros tintes de los tiempos de Pilar Miró y Javier Solana, cuando sus medidas y subvenciones sirvieron para aprovecharse a más de uno. ¿Les suena? Y llegó el nombramiento. Y de vivir de subvenciones de más de dos millones y medio de euros a otorgarlas ella. En un año, la ministra ha aumentado las subvenciones al séptimo arte un 33 por ciento. 550.000 millones para realizar festivales de cine y para la distribución de las películas españolas 5,29 millones de euros que cada contribuyente suda cada día en su lugar de trabajo. Pero además somos tan solidarios que también pagamos las cintas europeas e hispanoamericanas, el doble de lo previsto, por cierto. Con la “solidaridad” de la titular de Cultura, la SGAE también se ha frotado las manos hasta que la Justicia ha hecho su trabajo. Aunque la ministra aseguró hace poco que Cultura “no había mirado para otro lado” en el sonoro caso de corrupción de la Sociedad, lo cierto es que bien podría haber actuado antes siendo afiliada. Fiel a ella, en 2009 aseguró que sin la SGAE “viviríamos en una época medieval” y bien conocido es su impulso a la normativa del Canon digital y a la ley antidescargas. Sinde quedó dividida entre artistas e internautas, y con la negativa de Industria a seguir con este canon y dos sentencias judiciales europeas en contra de por medio. La ley Sinde se recordará como una normativa tan precaria como la Ley de Economía Sostenible. Chapucera e inútil, porque aunque es razonable la idea de respetar los derechos de autor, la legislación europea ya ha demostrado que el método que se ha seguido no es el coherente. He aquí su mayor error, vivir para sus “colegas”, sin importarle que el desprecio hacia los ciudadanos iba de la mano. El derecho al acceso de la cultura queda restringido. Ya es una cosa de unos pocos. Y por eso mismo y la mala experiencia del ministerio, por el que ha pasado demasiada gente en poco tiempo, podría tener los días contados. En época de crisis, muchos políticos ya han expresado sus ganas de eliminar ministerios no necesarios, aunque Cultura es uno de los que tienen los poderes más recortados. Pero esto también podría verse como estrategia para que las ayudas se las repartan entre Comunidades Autónomas…y ese sería otro tema a desarrollar. ¿Sería entonces un error suprimir el Ministerio de Cultura?

Fotografía de Marta G. Bruno

Marta G. Bruno

Directora de Cultura de LaSemana.es

Licenciada en Periodismo

Estudio Ciencias Políticas

Trabajo en 13TV

Antes en Intereconomía TV, La Razón y Europa Press