ANÁLISIS DE SOCIEDAD
Setenta veces siete
Por Almudena Hernández2 min
Sociedad11-09-2011
Arranca un nuevo curso escolar y los mayores nos lanzamos al habitual propósito de enmienda. Hemos cogido unos kilos que queremos quemar en ese gimnasio que abandonaremos el tercer día; nos apuntaremos a esas clases de inglés para las que después no encontraremos tiempo; prometeremos pasar más tiempo con los niños y con los mayores, pero cambiaremos de planes por cualquier nimiedad del trabajo o de otro ámbito de esta vida acelerada; nos juraremos no caer en esas tentaciones que son nuestro punto flaco, pero acabaremos rendidos a ellas por no saber decir "no" a tiempo. Volveremos a tener miedo al fracaso. Nos haremos cómodos. Regatearemos amor. Comienza el curso y suspenderemos en voluntad. Bien es sabido que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Y ahí sigue, tan campante y engreído. Se le dijo una vez que era el centro del mundo, y el muy divo se lo creyó y no quiso salir de su propio ombligo. Quizás por eso no terminamos de aprender la lección. Se cumplen estos días el décimo aniversario del 11-S y en una década el mundo ha sido capaz de repetir muchos de los errores que desembocaron en aquella tragedia. La crisis económica, como cada vez que ha ocurrido a lo largo de la historia, sigue causando estragos en los bolsillos de la mayoría. Buscamos culpables entre los banqueros, los políticos y los empresarios, pero nos olvidamos que la sociedad contemporánea es hija de aquella idea revolucionaria que ondeó la bandera de la libertad, la igualdad y la fraternidad. Y en esa sociedad estamos todos. Por cierto, ¿qué ocurrió con la última franja de la bandera? Todos queremos cambiar el mundo. Todos queremos mejorarlo, pero en los planes de casi todos, es obvio, está el anhelo del propio bienestar. La libertad tiene un límite, para no dejar al otro sin libertad. La igualdad de derechos es una realidad teórica, pero en la práctica las circunstancias nos diferencian. Afortunadamente, el mundo no está poblado de clones. Y ¿la fraternidad? El hombre contemporáneo quizás sea el más egoísta de todos los tiempos. Pide para sí lo que no concedería jamás a su pójimo. Esto recuerda a la frase bíblica. "Maestro, ¿cuántas veces tengo que perdonar? ¿Siete veces?". ¿Y cuántas tenemos que levantarnos después de morder el polvo? ¿Y cuántas debemos ponernos a trabajar por el bien? ¿Y cuántas debemos iniciar una dieta, un curso o un buen propósito? La grandeza del hombre no reside en sus logros, sino en cómo ha afrontado sus fracasos. En todos los órdenes de la vida. No olvidemos la cifra: Setenta veces siete.
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Almudena Hernández
Doctora en Periodismo
Diez años en información social
Las personas, por encima de todo